La primera y fugaz investidura de Fellini como director se produce cuando el equipo se traslada a Florencia: durante el rodaje Rossellini cae enfermo y para no perder el día, encarga a su ayudante que filme algunas secuencias. La primera es la de la garrafa de agua que llevan sobre un carrito de una calle a otra bajo el fuego de los francotiradores fascistas. Pero enseguida empiezan a discutir Federico y Martelli, el director de fotografía; "don Otello" quiere que mantengan la cámara alta, Federico la quiere baja, a ras del suelo: está pensando en las ciudades metafísicas de De Chirico. Martelli se niega a aceptar lo que muy pronto denomina "el punto de vista del topo", Fellini amenaza con mandar excavar un hoyo para colocar la cámara aún más baja. Al final la garrafa es arrastrada de una punta a otra dando leves sacudidas. Y dos días después, durante el visionado, el ayudante de director experimenta por primera vez la emoción de ver proyectada una escena suya. Luego confesó que cuando la famosa garrafa apareció en la pantalla se echó a temblar, "Y en la oscuridad noté la mano de Roberto que me acarició el pelo, aquí detrás".
(Fellini. Tullio Kezich)
(Fellini. Tullio Kezich)
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