Lo primero que habrá visto es a su padre dirigiendo. ¿Qué aprendió de él?
La honestidad. Lo más importante de un entrenador, y quizá de un hombre. Porque cuando mi padre me lo enseñó, siendo yo un niño, él ni soñaba con que yo pudiera ser entrenador de fútbol. Para ser un hombre y para traspasarlo al fútbol, para ser un líder, porque un entrenador es un líder, me parece que la honestidad es lo más importante. Mi padre es para mí un ejemplo. Cometeré errores en mis decisiones, en los análisis, pero guardaré el máximo de honestidad con mis jugadores. Nunca les llegará una decisión o crítica mía por boca de otra persona. La experiencia me lo dice. Siempre he tenido una relación absolutamente fantástica con mis grupos de trabajo y me parece que la culpa de esta relación es esa honestidad que mantengo con los jugadores. Una de las cosas que quiero explicarles es precisamente esto, que quiero tener una relación muy grata, muy honesta, y bilateral: yo contigo y tú conmigo. No quiero intermediarios. No quiero que un jugador declare a la prensa que le gustaría saber por qué no juega: que me lo pregunte a mí. Tampoco quiero decirle a la prensa por qué razón ese futbolista no juega; se lo diré a él. Para mí, la relación directa, honesta, mirándonos a los ojos, es lo más importante. Tendremos momentos negativos, como es obvio, porque un jugador es un animal muy especial -lo digo con todo el cariño, no en sentido crítico-, y una de las características de este animal es que si no juega no es feliz. Por eso siempre llegan momentos difíciles, pero la dificultad es menor si tienes una relación honesta y directa. No soy un entrenador que explique todos los días a los jugadores sus decisiones. No lo explico, pero siempre tengo una o más razones para tomar esa decisión. Si la quieren saber, es muy fácil: la puerta de mi oficina estará siempre abierta para explicársela.
(José Mourinho 'En el fútbol lo arriesgo todo. En lo personal, riesgo cero. El País)
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