Por eso todos los inquisidores del mundo quemaban los libros en vano, porque cuando un libro comunica algo válido, su ritmo silencioso persiste incluso mientras lo devoran las llamas, y el verdadero libro siempre indica algún camino nuevo que conduce más allá de sí mismo.
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tiemblo y me quedo boquiabierto cuando Hegel me enseña que la única cosa aterradora es lo fosilizado, rígido y moribundo y, en cambio, la única cosa satisfactoria es cuando un individuo o, mejor dicho, toda la sociedad, consigue rejuvenecerse en la lucha, conquistar su derecho a una nueva vida.
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El cielo no es humano y el hombre que piensa tampoco lo es, no puede serlo de ninguna manera.
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aunque todo el mundo sabe que las vacas prefieren morir de sed antes que tragar un solo sorbo de leche.
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Acerqué mis manos a los ojos para contemplarlas, esas manos mías con los dedos rasposos y nudosos como un cepo, manos sucias, manos humanas, las examiné minuciosamente y después las aparté con desprecio; se quedaron baboleándose, suspendidas de los brazos y los hombros.
(Una soledad demasiado ruidosa, Bohumil Hrabal)
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