daralalá, laralalaá, daralala…
arrullante hasta el infinito
nunca digas que no escucho la canción…
que no escucho tu voz hipnotizante ante notas hipotéticas
darara…
los brazos se han perdido en las distancias
los atardeceres por los mismos sitios
las sábanas te extrañan...
no sé como… pero lo hacen… murmuran algo… no sé que es.
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daralalalalaá…
despertaré sin ti
partirás en forma de nube
y la canción seguirá en el aire de antes
en los atardeceres
por los neumáticos de los autos que yacen en los áticos
en los verdes retoños de los otoños ausentes
desde las piedras que sostiene lo visible e invisible, lo explicable e inexplicable
“able” significa capaz…
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Laralalaá…
no estarás más…
el ritmo único que nace de ti no existirá más
porque tu voz me hipnotiza… me desnuda
me destruye… y construye
laralá bajo formas que
se pierden entre nubes….
entre los vientos
lara… ¿cómo iba?
1 comentario:
Sí, esos recuerdos suenan en nuestra mente como el tetrico eco de canciones que ya nadie canta.
A veces es bueno intentar encontrar el significado de esas melodias, pero otras veces es mejor ignorarlas e intentar escuchar el canto de los pajaros que anuncian llegadas de nuevas primaveras.
Me gustó mucho, ya sabes que tienes talento de sobra.
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