-¡Cuánto tiempo ha pasado desde aquéllos en que vivía Shere Khan y en que un hombre-cachorro se revolcaba desnudo en el polvo!
-¡No! ¡No! Yo soy un lobo. Yo soy de la misma raza que el Pueblo Libre –dijo Mowgli llorando-. ¡No quiero ser un hombre!
-Un hombre eres. Hermanito, lobato a quien he vigilado. Eres un hombre, o de lo contrario la manada hubiera huido frente a los dholes. Yo te debo la vida y tú nos has salvado hoy a todos, de igual suerte que yo te salvé a ti. ¿Lo has olvidado? Todas las deudas quedan ya satisfechas. Vete con tu propia gente. Te repito. Luz de mis ojos, que la cacería ha terminado. Vuélvete a donde están los tuyos.
-No iré nunca. Cazaré solo en la Selva. Ya lo he dicho.
-Tras el verano vienen las lluvias, y tras las lluvias las primaveras. Vuélvete antes de que te veas obligado a hacerlo.
-¿Y quién me obligará?
-Mowgli mismo obligará a Mowgli.
-Pues cuando Mowgli sea quien obligue a Mowgli a marcharse, entonces me iré –contestó el muchacho.
(El libro de la Selva. Rudyard Kipling)
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