-Sí, he seguido los cursos de la Universidad, pero no terminé.
-Es usted hombre de inteligencia y de ideas. Dondequiera que esté usted, puede encontrar consuelo en sí mismo. Un pensamiento libre y profundo, conduce a la comprensión de la vida y al completo desprecio de la estúpida vanidad del mundo, y estas son las dos cosas más elevadas que el hombre puede llegar a conocer. Sabiendo esto, se puede estar contento aun encerrado con triples rejas. Diógenes, en su tonel, era más dichoso que todos los reyes de la tierra.
-¡Sí, Diógenes era un idiota! –respondió Yván Dimitrich sombríamente-. ¿Qué más habla usted de la comprensión de Diógenes? –dijo de pronto arrebatándose y saltando de la cama-. ¡Amo la vida, la amo apasionadamente! La monomanía de persecución me tortura continuamente, es verdad, pero hay ocasiones en que tengo tal sed de vivir que temo perder la cabeza; esto es completamente cierto. Deseo furiosamente vivir, furiosamente.
(La Sala Número 6. Antón Pávlovich Chéjov)
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