Las viejas hermanas nos traen a la vida: lloramos, nos cebamos, jugueteamos, nos peleamos, nos abrazamos, nos separamos, decaemos, morimos: cuando hemos muerto ellas se inclinan sobre nosotros. Primero, rescatado de las aguas del viejo Nilo, entre aneas, un lecho de varillas entretejidas, al final la cavidad de una montaña, un sepulcro oculto en el clamor del gato montés y del quebrantahuesos. Y como no hay hombre que conozca la ubicación de su túmulo ni tampoco si a Tofet o a Villaedén de la misma manera todo está velado cuando nosotros querríamos ver lo que hay detrás desde qué región de lejanía la eseidad de nuestra aseidad ha alcanzado su causalidad.
(Ulises. James Joyce)
(Ulises. James Joyce)
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