Su formidable resignación lo aplastaba, esa cualidad básica que vuelve a la pobre gente, del ejército o de fuera de él, tan dispuesta a matar como a dar la vida. Nunca, o casi nunca, preguntan el porqué, los humildes, de lo que deben soportar. Se odian unos a otros, eso basta.
(Louis-Ferdinand Céline, Viaje al fin de la noche)
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