Hijo de un emigrante, acariciaba el sueño de una república perfecta, basada en la tradición anglosajona de libertad individual y de justicia para los ricos y para los pobres. Éste era el sueño que había traído a tantos hombres a las playas americanas. Era demasiado franco en sus opiniones para tener éxito como político y solía decirme riendo que, pensando como él pensaba, no lo eligirían ni para lacero en ningún municipio del país.
(John Dos Passos, Años inolvidables)
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