Pasha
se acostó y se echó a llorar en voz alta. Ya tenía lástima por las alhajas que
había entregado impulsivamente y se sentía ofendida. Luego recordó cómo, tres
años antes, un comerciante le había pegado sin motivo alguno, y lloró aun más
fuerte.
(La corista, Antón Chéjov)
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