Pero quizás resultaba más siniestro que no lo hiciera, que no hiciera nada en absoluto, ni en favor ni encontra de ellos, que tomara los sucesos como si ésa fuera, fatalmente, la única forma en que podía ocurrir. Sí, era repugnante; tenía que aceptarlo, pero así era el mundo. No todos los hombres son buenos, algunos son brutales, otros envidiosos, otros coléricos o misóginos y a fin de cuentas las víctimas no siempre son dulces corderitos.
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uno no debe bromear con el terrible poder de la invención; un demente puede crear una realidad que conduzca a millones de hombres a la locura, lo sé, lo sé...
(Memorias de un antisemita, Gregor von Rezzori)
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