Pues las coacciones 'autoimpuestas' de acuerdo con las convenciones escolástica de una profesión artística o intelectual, pueden ser precisamente tan inhibidoras y dañinas para la fantasía individual como las coacciones externas, tales como las que imponía el viejo sistema de patronazgos.
(La Viena de Wittgenstein, Allan Janik y Stephen Toulmin)
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