viernes, 20 de julio de 2012

Murciélagos

Podría pensarse que con tanto volar todas las noches podrían haber caído muertos del cielo unos cuantos centenares de murciélagos en manos agradecidas, pero nadie había visto semejante cosa, un murciélago muerto en el suelo. Y alguien me contó (quizás no fuera un experto) que cuando los murciélagos iban a morir no se dejaban ver, que se escondían, como los gatos, que podían abandonar sus casas para ir a morir.

(La máscara de África, V.S. Naipaul)

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