Cuando hablaba sobre literatura, su mente, que me parecía llena de absurdas ideas sobre la mayor parte de las cosas, se hacía tan clara y cortante como un diamante. No le interesaba nunca el paisaje, tenía un gusto pésimo para la comida, para el vino y para la pintura, y poco oído para la música a excepción de las canciones populares más rudimentarias, pero en cuanto a literatura era un profesional nato. Todo lo que decía merecía la pena escucharse
(John Dos Passos, Años inolvidables)
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