-Con
un tiempo tan hermoso uno no tiene ganas de partir. En verdad, la noche es
romática; hay luna, hay silencio y todo lo demás. ¿Sabe, Vera Gavrílovna? Ya
van veintinueve años que yo vivo en este mundo, pero no he tenido un romance
hasta ahora. En toda mi vida no hubo una sola historia romática, de modo que
las citas, las alamedas de suspiros y de besos son cosas que yo conozco sólo de
nombre. ¡Eso es anormal! En la ciudad, cuando uno está encerrado en su cuarto,
esta laguna no se nota tanto, pero aquí, al aire libre, se hace sentir con
fuerza... ¡Hasta causa cierto fastidio!
-Le
estoy agradecido, Vera Gavrílovna, aunque sé que no merezco un... sentimiento
de esa índole... de su parte. En segundo lugar, como hombre honesto debo decir
que... la felicidad se basa en el equilibrio, es decir, cuando ambas partes...
se amen de la misma manera...
... Por primera vez en su vida
pudo convencerse, por propia experiencia, de cuán poco depende el hombre de su
buena voluntad, y experimentar él mismo la situación de un hombre decente y
cordial quien, sin querer, causa a su prójimo un sufrimiento inmerecido y
cruel.
(Vérochka, Antón Chéjov)
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