martes, 21 de febrero de 2012

Notas sobre "Diario de la guerra del cerdo"

Diario de la guerra del cerdo
1969

... Últimamente sentía una invencible propensión a la tristeza, que modificaba el aspecto de las cosas más habituales. De noche veía los objetos de su cuarto como testigos impasibles y hostiles


... Recordó la frase de la muchacha de anteojos: “Yo soy contraria a toda violencia”. ¡Cuántas veces había oído esa frase como si no significara nada! Ahora, en el mismo instante en que se decía “Que chica pretenciosa”, por primera vez la entendió. Entrevió entonces una teoría sobre la violencia, bastante atinada, que lamentablemente olvidó luego. Recapacitó que en noches como esa, en que daría cualquier cosa por dormir, involuntariamente pensaba con la brillantez de un suelto del diario. Cuando los pájaros cantaron y en las rendijas apareció la luz de la mañana, se apesadumbró de verlas, porque había perdido la noche. En ese momento se durmió.


... Al enfrentar el pasaje El Lazo, los recuerdos de la pesadilla de la noche anterior lo entristecieron. Con alguna contrariedad notó que el pasaje había recuperado su aspecto habitual, que no quedaban rastros ni pruebas del suceso. Ni siquiera había allí un vigilante. Si no fuera por el tacho de basura, se figuraría que la muerte del diarero había sido una alucinación. Bien sabía Vidal que la vida siempre sigue, que nos deja atrás, pero se preguntó ¿por qué esta urgencia? En el mismo lugar en que horas antes un hombre de trabajo había caído asesinado, un grupo de chiquilines jugaba al fútbol. ¿Solamente él advertía la profanación?


La gente afirma que muchas explicaciones convencen menos que una sola, pero la verdad es que para casi todo hay más de una razón. Diríase que siempre se encuentran ventajas para prescindir de la verdad.


Durmió una media hora. Al poner a calentar el agua para el mate, meditó que una vida, por breve que sea, alcanza para dos o tres hombres; con relación al mate él fue un hombre que lo requería siempre amargo, después uno que no lo tomaba porque le caía mal y ahora se había conferido en un fiel devoto de los mates dulces.


-La impaciencia y la irritación nos acompañan siempre. Fijate, sino, en esta guerra.


... Secretamente el hombre es un chico disfrazado de persona grande. ¿Eran así todos los demás? ¿El mismo Leandro Rey era un chico? Sin duda, Leandro lo engañaba a él, como él engañaba a los otros.


... Ante esa convicción, él siempre había sentido que toda duda era ofensiva y por un tiempo se dejó dominar.


-Bueno, Esperaré. No me voy hasta dejarlo acostado. Viéndola así, de espaldas, parada en el medio del cuarto, pensó que en ella eran muy evidentes los caracteres de fuerza y de belleza de una hembra joven. Consiguió desvestirse y meterse en cama.


-Tiene razón Dante –observó Arévalo-. Hay que oponerse al cambio de nombres. Cada veinte años cambian las casas, cambian los nombres de las calles...
-Cambia la gente –señaló Jimi y se puso a tararear-: ¿Dónde está mi Buenos Aires?
-No hay razón para considerar que es la misma ciudad –aseguró Arévalo.


-¿Por qué se vuelven odiosos los viejos? –argumentó Arévalo-. Están demasiado satisfechos y no ceden su lugar.


-El amor vamos a tener una suerte bárbara –dijo Néstor.
-¿Por qué van a tener? –preguntó Jimi-. No fue por falta de cartas que perdieron.
Rey sonrió, movió la cabeza, reprochó afectuosamente:
-Por lo menos déjanos la esperanza.
-Mírenlo –pidió Arévalo-. ¿Dónde está su famoso empaque? Por algo sostenía Novión que la sola idea del amor humaniza.


-A veces no hay más remedio que saltar en el vacío.


-Estuve pensando.
-¿Qué pensaste?
-Estupideces. Que estamos viejos. Que no hay lugar para los viejos, porque nada está previsto para ellos. Para nosotros. Mirá la novedad.
-Por lo pronto, no sos viejo. Además hay lugar para todos. La vida tiene atracciones...
-No sé, che. Si te asomás a Las Heras y ves a las mujeres jóvenes... Para eso no hay pobreza, el mundo es inagotable, todos los años produce nuevas camadas.
-Un espectáculo que estimula.
-Estás loco. Tenés que decirte que no son para vos. En cuanto las mirás demasiado, te convertis en un viejo repugnante.


-Espero a mi novio.
La frase estableció una distancia entre ellos. Vidal sonrió , la miró con ojos apenados, movió la cabeza, partió. Pensó que sería bastante absurdo que él, un hombre, se turbara por cortejar a una chiquilina, pero que se turbara por hablarle inocentemente no tenía perdón. Tratando de sobreponerse, miró en derredor como si buscara algo y en voz baja dijo: “No exageraba Néstor. Es una mañana espléndida”


... “Desde luego no se me puede llamar curioso, y dicen que sin curiosidad no hay hallazgos, pero todo los curiosos y preguntones que he conocido son estúpidos”.


... Creyó por primera vez entender porqué se decía que la vida es sueño: si uno vive bastante, los hechos de su vida, como los de un sueño, se vuelven incomunicables porque a nadie interesan. Las mismas personas, después de muertas, pasan a ser personajes de sueño para quien las sobrevive; se apagan en uno, se olvidan, como sueños que fueron convincentes, pero que nadie quiere oír. Hay padres que encuentran en sus hijos un auditorio bien dispuesto, de modo que en la crédula imaginación de algún chico los muertos recuperan un último eco de vida, que muy pronto se borra como si no hubiera existido nunca.


-En esta guerra los chicos matan por odio contra el viejo que van a ser. Un odio bastante asustado...


-Ya no hay lugar para individuos –aseguró flemáticamente Arévalo-. Sólo hay muchos animales, que nacen, se reproducen y mueren. La conciencia es la característica de algunos, como de otros las alas o los cuernos.
El miedo y quizá el enojo los estimulaba. Dante dijo:
-Es horrible. Siempre hay más gente, aunque ya no queda sitio. Todos pelean, unos contra otros. ¿No estaremos en vísperas de una gran hecatombe?
-¿No sentís que el alma y la ilusión de inmortalidad hoy parecen preocupaciones de aldea? Se pasó de la aldea al enjambre –reflexionó Arévalo.


-Con este festín no reponemos fuerzas –observó Nélida. Comían y reían. Vidal se dijo: “¿No despertaremos con el barullo a Isidorito? ¿No la sorprenderá a Nélida en mi cuarto?” Se despreocupó. “Si no me equivoco, a ella no le importa. Tiene razón. Lo que importa es recordar esta noche. La mejor de la vida”. En seguida se disgustó de ver como recuerdo lo que estaba viviendo: era darlo por pasado. También se disgustó de pensar: era apartarse de Nélida. Pero aún pensó: Últimamente he caído en la mala costumbre de preguntarme si lo que me sucede no estará sucediéndome por última vez. Parecería que adrede arruino todo con mi tristeza”.


-Mejor así. Tenía miedo que no te importara. No te preocupés: yo le diré que todo se acabó. Te elegí a vos.
Meditando la declaración, para él preciosa y triunfal, que había oído –todo lo que puede pedir un enamorado le daban ese día: hechos y palabras-


... Nélida había apuntado: ¡Te estoy esperando! Vidal pensó que estas delicadezas de las mujeres contaban considerablemente en la vida de un hombre.


Bebieron vino tinto; comieron milanesa y papas. Cuando llegó el arroz con leche, Nélida dijo:
-Si no te gusta, perdóname. Todavía no conozco tus gustos.
La abrazó por haber dicho todavía. Agradeció la palabra, como promesa de un largo futuro para ellos dos. Después callo; se preguntó qué podría agregar, de qué podría hablar, para no aburrirla. Bebió otro vaso de vino y cuando Nélida se levantó para preparar el café, de nuevo empezó a besarla.


..., Jimi decía que todas las cosas malas pasan porque la gente no domina sus nervios. Para dominarlos, caminó con extrema lentitud.

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