Las confesiones del viejo
... Valentino creyendo, como burócrata que era, que en este mundo se pueden dar pruebas de todo y que cuando una cuenta ha salido exacta ya no hay más que hablar, estuvo realmente demasiado agresivo. Dijo que en este mundo cada uno debía saber sacrificarse por el propio futuro, por la propia dignidad y por la propia familia. Era así, y no tenía vuelta de hoja.
Verdaderamente el marco era como una glosa. Yo creo que cualquier cosa rodeada de marco adquiere un valor distinto. Una cosa hay que aislarla para que se haga esa cosa sola. Si no, queda ensombrecida por la evidencia mayor de las otras de su vecindad. Así que el cuadro de Alfio se convirtió para mí en algo. Lo miré primero con ira, luego con indulgencia, empezando a entender lo que había querido hacer Alfio, y al final con admiración, descubriendo de pronto que, desde luego, había hecho algo.
-Pero si no casas –protestó él riendo-, casas verdaderas, y basta con mirarlas para intuirlas. Saber mirar. Tienes que pensar que la luz no siempre revela, sino que a veces esconde, ofusca. Mira esa casa de la que tú dices que no existe ni la más leve señal marrón que aluda a la existencia de una ventana.
(Las confesiones del viejo, Italo Svevo)
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