Lulú
Prólogo de Karl Kraus
El amor de las mujeres contiene, como la caja de Pandora, todos los dolores de la vida, pero están envueltos en hojas doradas y están tan llenos de aromas y colores que uno nunca debe quejarse de haber abierto la caja.
Félicien Rops
... los más profundos investigadores de la vida sentimental masculina han comenzado a balbucear antes de que sus propias heroínas abrieran los ojos, y la inefable tragedia a la que ponen palabras ha sido siempre la tragedia de la virginidad perdida.
... por eso, todo el que desea la mujer poliándrica la quiere para sí. Este deseo, y sólo él, debe considerarse como la fuente original de todas las tragedias del amor. Querer ser elegido sin concederle a la mujer el derecho de elegir.
Un prominente espíritu berlinés ha demostrado su total incomprensión del mundo de este doble drama al aconsejar que el talentoso autor tenga a bien buscar rápidamente otra materia. Como si el poeta pudiera “elegir una materia”, como el sastre o el periodista de semanarios que le presta su traje estilístico a las opiniones ajenas.
Lulú
El espíritu de la tierra
De materia basta la naturaleza me creó
y hacia la tierra me atrae el deseo.
Al mal espíritu pertenece la tierra,
no al bueno. Lo que nos envían los divinos
desde lo alto sólo son bienes comunes;
su luz regocija, pero no enriquece a nadie,
y en su estado no se ganan posesiones.
Las piedras preciosas, el oro tan preciado,
hay que conquistarlos a los falsos poderes,
que moran malignos en las sombras.
No son sacrificios se atraen sus favores
y nadie vive cuya alma.
¡Qué bien la pasa un actor en el teatro! No teme por la carne que cubre sus costillas, por más que el hambre sea terrible y el estómago del colega esté vacío.
Pero si en el arte algo grande se quiere alcanzar, no se debe comparar el mérito y la paga.
Goll.- Mire, el arte tiene que reproducir la naturaleza de manera que se pueda gozar espiritualmente.
Lulú.- ¿Por qué no hace que sus piezas sean tan interesantes como la vida?
Alwa.- Porque nadie nos creería.
Escerny.- Mi anhelo de entregarme ahora sin reparos al poder de una mujer es una necesidad natural de relajamiento... ¿Puede usted imaginarse una felicidad mayor para una mujer que tener a un hombre totalmente en su poder?
Lulú (Tintineando con los tacones).- ¡Oh, sí!
Escerny (Confuso).- Entre hombres cultos no encontrará ninguno que no pierda la cabeza delante suyo.
Lulú.- Sin embargo, nadie le convertirá sus sueños en realidad sin engañarse al mismo tiempo.
Lulú.- Tiene razón al señalarme cual es mi lugar. Y la mejor manera de hacerlo era hacerme bailar la Skirtdance ante su novia... Me hace un gran favor indicándome cual es mi posición.
Schön (Sarcástico).- ¡Teniendo en cuenta tu origen, es una suerte sin igual que todavía tengas la oportunidad de presentarte ante gente decente!
Lulú.- Aunque no sepa dónde mirar ante mi indecencia.
(Lulú, el espíritu de la tierra. Frank Wedekind)
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