La
inteligencia obra como una suerte de ética. No permite concesiones, no tolera
ruindades.
Hay
algo muy íntimo en las noches. La cama es un nido. Los sueños dejan nostalgias
de cosas nuestras, que demasiado pronto olvidamos. Más exclusivamente que en la
vigilia, en el sueño somos nosotros. Contribuimos con todo el reparto.
Cuando
yo era muy joven, un viejo escritor me explicaba: “Escribir lo que no has de
publicar no es escribir. Escribir borradores no es escribir. Corregir no es
escribir”.
Mi
tío Enrique me decía: “Todas las mujeres del mundo son tres o cuatro”. Y
agregaba, a manera de explicación: “Imaginamos que hay muchas personas, porque
hay muchas caras”. Aunque implícitamente me había dado la respuesta, yo
preguntaba: “¿Los hombres también somos unos pocos?”. Mi tío respondía: “Es
claro, seguramente; pero de los hombres no sé nada, porque no pienso en ellos”.
(Diario y fantasía, Adolfo Bioy Casares)
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