Lo que le gustaba de la revolución era poder leer y la nueva forma de matrimonio. Antes, entre los Kirguises, un hombre sólo se podía casar si tenía ganado o dinero suficiente para comprarse una esposa. En la fábrica donde trabajaba, si a una chica le gustaba un muchacho se iba a vivir con él. Si llegaban a quererse mucho o iban a tener un hijo, legalizaban su situación.
(John Dos Passos, Años inolvidables)
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