Lo esencial sería poseer conocimiento que no fuesen
absolutamente exactos e invulnerables –éstos desembocan sin remedio en la
tautología–, sino tales que ante ellos sugiera por sí sola la pregunta por su
exactitud… En un texto filosófico, todos los enunciados debieran estar a la
misma distancia del centro.
(T. W. Adorno, Minima Moralia)
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