No se puede juzgar imparcialmente al nuevo
tipo humano sin la conciencia del efecto que incesantemente producen en él,
hasta en sus más ocultas inervaciones, las cosas de su entorno. ¿Qué significa
para el sujeto que ya no existan ventanas con hojas que puedan abrirse, sino
sólo cristales que simplemente se deslizan, que no existan sigilosos
picaportes, sino pomos giratorios, que no exista ningún vestíbulo, ningún
umbral frente a la calle, ni muros rodeando a los jardines? ¿Y a qué
conductores no les ha llevado la fuerza de su motor a la tentación de arrollar
a todo bicho callejero, transeúntes, niños o ciclistas? En los movimientos que
las máquinas exigen de los que las utilizan está ya lo violento, lo brutal y el
constante atropello de los maltratos fascistas.
(Minima Moralia, T. W. Adorno)
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