Nada es tan sintomático de la decadencia del movimiento obrero como que el
propio obrero no tome nota de él… Dócilmente, sin ningún impulso en contra
refleja la dominación y se identifican con ella. En lugar de solucionar el
problema de la mujer, la sociedad masculina ha extendido de tal manera sus
principios, que las víctimas no son ya en absoluto capaces de hacerse cuestión
de la cuestión misma. En la medida en que se les concede cierta cuantía de
bienes mercantiles aceptan con unánime entusiasmo su suerte, dejan el
pensamiento para los hombres, difaman todo tipo de reflexión que choque con el
ideal de feminidad propagado por la industria cultural y se abandonan de grado
y por entero a la esclavitud, en la que ven la realización de su sexo… No en
vano se llaman “modernas” las mujeres de Ibsen. El odio a lo moderno y el odio
a lo anticuado son lo mismo.
(Minima Moralia, T. W. Adorno)
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