Sin
embargo, no era capaz de una completa apreciación de nada, excepto de la consciencia,
en ese momento, de estar aturdido. Sentía su mente embotada perseguir a tientas
la forma y el color de aquel incidente. Se preguntó por qué no experimentaba una agonía punzante de
terror hendiendo sus sentidos como un cuchillo. Se lo preguntaba porque la
humanidad había pregonado a voces durante siglos que los hombres debían sentir
temor de ciertas cosas, y que todo los que no sentían este temor eran
fenómenos... héroes.
(Un misterioso heroísmo, Stephen Crane)
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