La frase de Jean Paul que los recuerdos son la única
posesión que nadie nos puede arrebatar, pertenece al acervo de consuelos
impotentemente sentimentales que pretende hacer creer al sujeto que la retirada
llena de resignación a la interioridad supone para él una satisfacción que
suele desperdiciar... El intérieur en que el alma guarda la colección de
sus acontecimientos y curiosidades es algo caduco. Los recuerdos no se
conservan en cajones o en abanicos, sino que en ellos lo pretérito se combina
íntimamente con lo resiente. Nadie puede disponer con libertad o a capricho de
aquello en cuyo elogio tanto abundan las frases de Jean Paul... La concepción
de Bergson y Proust dirigida contra la cosificación, según la cual lo presente,
la inmediatez, sólo se constituye por la memoria, por la acción recíproca del
ahora y el antes, por lo mismo tiene no sólo un aspecto salvador, sino también infernal... El más feliz recuerdo de
una persona puede ser sustancialmente anulado por una experiencia posterior.
Quien ha amado y traiciona ese amor, no sólo inflige un daño a la imagen de lo
pasado, sino también a éste mismo... La desesperación no tiene la expresión de
lo irrevocable porque la situación no puede llegar a mejorar, sino porque
arrastra a su abismo al tiempo pasado. Por eso es necio y sentimental querer
mantener al pasado limpio de la sucia marea del presente. El pasado no tiene
otra esperanza que la de, abandonado al infortunio, resurgir de él
transformado. Pero quien muere desesperado es que su vida entera ha sido útil.
(Minima Moralia, T. W. Adorno)
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