martes, 1 de mayo de 2007

minucioso y obsesivo

MINUCIOSO Y OBSESIVO
Tres acercamiento a un personaje de Musil.
Por Enrique Ponce


En una plática, un productor de cine comentó que las obras de arte nunca se terminan, sino que se tienen que abandonar, ya que de no hacerlo, se continuarían escribiendo y avanzando sobre ese tema; pero: ¿hasta que punto se debe de corregir un escrito? ¿Cuándo es el momento adecuado para “abandonarlo”? En el caso de Robert Musil, dentro de sus escritos póstumos, nos regala tres acercamientos sobre una misma narración.

“A partir de ese instante, la cosa ya no tenía sentido para él. Y quiso educarse a sí mismo para una vida mediocre. Pero esto estaba plagado para él de dificultades insospechadas. Desde que no tuvo una teoría de sí mismo, estaba abandonado del todo a sus instintos, y sintió conmovido que, sin las fuerzas de un papel a representar que le señalara el camino, tampoco poseía ningún instinto marcado.
[El otoño más nebuloso de Grauauge (1)]

Por cada relato, Musil indaga en “la historia exacta”, puliendo cada frase que se repite un poco de una historia a otra, elimina comentarios e incrusta nuevos pensamientos, siempre por lograr expresar aquello que poco a poco se va creando dentro de sí, pronunciar en palabras sin lograr, en ocasiones, llegar a decir lo que en realidad quería; ya en Tribulaciones Del Estudiante Törless, Musil nos deja las palabras de Maeterlinck: Apenas expresamos algo lo empobrecemos singularmente. Creemos que nos hemos sumergido en las profundidades de los abismos y cuando tornamos a la superficie la gota de agua que pende de la pálida punta de nuestros dedos ya no se parece al mar de que procede. Creemos que hemos descubierto en una gruta maravillosos tesoros y cuando volvemos a la luz del día sólo traemos con nosotros piedras falsas y trozos de vidrio; y sin embargo en las tinieblas relumbra aún, inmutable, el tesoro.

Aquel primer otoño de Grauauge se había convertido en pálidas gotas entre los dedos del escritor austriaco, ¿hasta dónde quería llegar Grauauge? ¿Qué era lo que no le dejaba a gusto con la narración?

“... Esta época marchará, pasará por encima de ti, todo se hará incluso sin ti, lo que en tu cerebro estaba unido, se reunirá alguna vez partiendo de varios, y otros lo harán”.
[El otoño más nebuloso de Grauauge (2)]

El cuento (o deberíamos decir: los cuentos) narra la historia de un inadaptado, no tanto porque no encajara dentro de la ciudad en que vivía, sino que, por voluntad propia, decide abandonar el ritmo de la misma y crearse una existencia particular, fuera de los movimientos de la gente común: el levantarse temprano, desayunar a tal hora con tales alimentos y realizar las actividades rutinarias, aquellas que entretienen nuestra mente en cientos de cosas para que uno no piense en otras más. Grauauge medita en lo que lo rodea y la miseria del mundo en que se mueve; sin embargo, “la gruta maravillosa” descubierta no era más que piedras falsas para el protagonista, ya que su vida es más miserable que la de el resto de las personas, y ello provoca que no pueda mejorar en nada el lugar donde vive ni su entorno; así que lo único que le queda es moverse en el mundo con las mismas intenciones con las que se mueve un lápiz sobre una mesa manca, en donde todo finalizará con la caída del mismo.


“Un carácter es, en mi opinión, quien en cosas totalmente carentes de importancia sabe lo que tiene que hacer.”
[El otoño más nebuloso de Grauauge (3)]

Para cuando escribió estas palabras, Musil ya nos había regalado su obra más impactante: El Hombre Sin Atributos; que, como Calasso comenta sobre los Libros del siglo XX: majestuosas construcciones, ejemplares por su genialidad pero también por su carácter minucioso y obsesivo, a las que la Opinión concede ahora el merecido respeto como a esa catedrales de mondadientes que un solitario de provincia ha edificado silenciosamente durante los mejores años de su vida.

Es curioso, pero entre más se desarrolla la vida de Grauauge, menos impactante es, pero más rica en pormenores se vuelve, como si al ganar en detalles minuciosos y obsesivos se perdiera información en otro sentido.
Una historia narrada de tres maneras en la que uno espera que la vida de Grauauge sea mejor o le encuentre sentido a la misma, aunque a cada momento, solamente, se va resbalando más por la mesa... se encuentra en la orilla... se busca una posibilidad de que las cosas sean mejor en el siguiente párrafo; pero no, y las últimas estrofas se repiten una y otra vez, dejando al descubierto la vida de Grauauge, una amarga historia de una triste y mediocre vida.

“... No debía quedar nada de él, ninguna obra, ningún amigo, ningún éxito, el olor y el ruido en torno suyo lo chupaba como un blando secante una gota, y él desaparecería en la calma de las fuerzas que se rugían entre sí como en el interior de una casa donde nadie lo conociera”.
[El otoño más nebuloso de Grauauge (3)]


Bibliografía
- Los Cuarenta y Nueve Escalones. Roberto Calasso. Editorial Anagrama. Barcelona, España. 1994.
- Uniones. Robert Musil. Editorial Seix Barral. Barcelona, España. 1982.
- Tribulaciones del Estudiante Törless. Robert Musil. Editorial Seix Barral. Barcelona, España. 1970.

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