viernes, 27 de julio de 2012

Tulja y Dodo

Podemos suponer que de manera semejante sufren, en los relatos de Schulz, los locos -Dodo o Tulja- a los cuales el destino les privó de aclarar sus problemas esenciales. Dodo gime conmovido como si lo hiciera en su nombre el "yo tapiado", Tulja tan sólo sabe dar alaridos como un animal, como sí protestara contra esa versión de la "empresa de la vida" que le tocó vivir.

(Schulz, Jerzy Jarzebski)

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Historia sin fin

El pecado original se está repitiendo continuamente, acompañado de las múltiples pruebas de arrancar la manzana del árbol del conocimiento.

(Schulz, Jerzy Jarzebski)

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Problemas similares

Los problemas que tiene el creador para dar forma a la materia son similares a los que tiene el artista de la palabra. Su materia -el lenguaje- se hincha sin cesar y crece como una masa en la artesa, expresa su propia dinámica, se extiende por mor de la comparaciones y la metáfora, y más a fondo se imbuye totalmente de significados simbólicos, remite a la mitología, a la cábala: porque en ocasiones, diciendo palabras, nunca podemos adivinar cuándo pronunciaremos -inconscientemente- una fórmula mágica.

(Bruno Schulz)

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jueves, 26 de julio de 2012

No ser arquitecto

Bruno, a pesar de su indudable talento en el campo de las artes plásticas como, igualmente, en el de las ciencias exactas, no se sentía satisfecho de la dirección elegida por él mismo; tal vez hubiera influido en ese descontento la particular atmósfera, o las relaciones con sus colegas y profesores, hoy algo difícil de precisar.

(Schulz, Jerzy Jarzebski)

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Un nudo de verdad

Además, el arte no resuelve ese misterio hasta el final. Permanece insoluble. El nudo en el que el alma ha sido enmarañada no es un falso nudo que se desata con sólo tirar por un extremo. Más bien al contrario, cada vez se cierra más estrechamente. Nosotros lo manipulamos, seguimos el curso de los hilos, buscamos su fin y el arte nace de esas manipulaciones.

(Schulz, Jerzy Jarzebski)

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Una casa para el señor Schulz

No en vano, como cuenta Jerzy Ficowski, ante situaciones de inseguridad y cuando se sentía perdido, Schulz tenía por costumbre dibujar para sí mismo una casa diminuta: el símbolo del calor y la seguridad.

(Schulz, Jerzy Jarzebski)

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Galitzia

en la época de Schulz, era un lugar completamente distinto al de hoy en día. El antiguo Drohobycz se diferenciaba del actual, sobre todo, por su específico carácter de comunidad multirracial y multicultural, y, aún más, por el ambiente particular de 'fin de siécle', cuando, como consecuencia del desarrollo económico, los principios establecidos entran en quiebra y se derrumba el mundo acomodado y particular de un provinciano de Galitzia.

(Schulz, Jerzy Jarzebski)

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martes, 24 de julio de 2012

Herencia

Los británicos habían trazado los jardines hacía cien años. En Ghana, como en otros países del imperio, esos jardines botánicos británicos, cuyos fundadores eran con frecuencia desconocidos, se habían convertido en un regalo para las siguientes generaciones.

(La máscara de África, V.S. Naipaul)

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Creencias y prácticas

Creencia religiosa y prácticas culturales van de la mano. Las creencias religiosas determinan la cultura. Cuando nace un niño le ponen agua y vino de palma en la boca, para vincularlo a la tierra. En la pubertad cubren al adolescente de ceniza o arcilla verdusca y lo presentan a la aldea. Los aldeanos cantan y bailan. Los cantos son importantes. Ilustran la historia y las expectativas morales de la comunidad, y el adolescente aprende sus responsabilidades para con la familia y comunidad. Un antepasado es un punto de referencia para los jóvenes. Cualquiera que observe buena conducta puede llegar a antepasado cuando se hace viejo o cuando muere

(La máscara de África, V.S. Naipaul)

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ga

Esta religión (ga) es tan envolvente, está tan llena de señales y prodigios que el verdadero creyente (como el devoto de la antigua Roma) puede vivir con una angustia febril y constante por los mensajes de los dioses. Esta religión ga está enraizada en los espíritus de los difuntos y al mismo tiempo constituye una parte tan esencial del mundo de los vivos que el mundo de profecías y mensajes divinos nos rodea, aunque no seamos conscientes de ello.

(La máscara de África, V.S. Naipaul)

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Paisaje vacío

Y al final llegamos a campo abierto. La tierra era verde, no el verde oscuro de la selva virgen, sino el verde fresco de la tierra que ha dado frutos muchas veces y sigue siendo fértil, que solo requiere lluvia y sol para un nuevo estallido de vegetación. Adesina había dicho que el ochenta por ciento de Nigeria estaba sin cultivar, pero no era eso lo que yo veía. Me sentía hechizado por el paisaje vacío, verde, que no había visto nunca, ni en Trinidad, ni en India: ancho, verde y vacío.

(La máscara de África, V.S. Naipaul)

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Límites mentales

No basta con saber leer y escribir. Eso es solo un instrumento para salir de aquí. Si estamos limitados en nuestro entorno nunca seremos listos. Cuando estuve en Estados Unidos vi lo limitado que es el estadounidense medio de pueblo. Es tan listo como su equivalente ghanés. El entorno limita la manera de razonar. Estoy seguro.

(La máscara de África, V.S. Naipaul)

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Pasos a seguir

Cuando se trata de enfrentarse a los espíritus, hay que conocer las reglas, porque si no, puedes morir, ya que los espíritus son muy fuertes.

(La máscara de África, V.S. Naipaul)

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La selva

La búsqueda de la verdad viene de la selva. Me encanta la selva, e incluso si pasó años fuera, en cuanto vuelvo voy corriendo a la selva. Necesito la espesura de la selva para sentirme viva.

(La máscara de África, V.S. Naipaul)

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Propiedad privada

En la dependencia de esa carne, de la accesible generosidad de la selva, quizás pudiera encontrarse la explicación de la incapacidad de sus habitantes para desarrollar una agricultura seria, que podría haber dado lugar a otra clase de civilización, otra clase de ser humano. Más capaz de aceptar el mundo exterior, más capaz de moverse en todas direcciones. Pero eso era solo un aspecto de la cuestión. Guy Rossatanga-Rignault decía que la enfermedad del sueño, el paludismo y el tremendo calor imposibilitaban la cría de ganado en Gabón. Quizás, como también había dicho con su inimitable estilo, la tierra no estuviera hecha para los seres humanos; solo para los animales.

(La máscara de África, V.S. Naipaul)

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Lenguaje

Desde siempre he sabido que las plantas son seres vivos, pero ahora sé que son seres conscientes. Tienen espíritu, y mucha diversidad. Tienen muchas propiedades químicas especiales que pueden utilizarse si hablamos con ellas. Sé que si se analizan todas las plantas de Gabón no se puede activar el proceso de curación a menos que se conozca el lenguaje de las plantas. Para conocer ese lenguaje hay que conocer la religión que acompaña a la iniciación.


(La máscara de África, V.S. Naipaul)

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Voces

ansiaba unos momentos de tranquilidad en los que pudiera exponerme al genio del lugar (en el sentido clásico de la palabra), dejar que el lugar hablara por sí mismo, y gracias a eso hacerme una idea personal del hombre al que habíamos ido a rendirle tributo.

(La máscara de África, V.S. Naipaul)

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Base lunar

Dice el extraordinario escritor surafricano Rian Malan (nacido en 1954), siempre en busca de una iluminación para la aflicción racial de su país, sin retórica ni falsedad, y casi de un modo religioso, que en África los blancos construyeron una base lunar para su civilización; cuando eso se desmorona, no queda nada ni para negros ni para blancos.

(La máscara de África, V.S. Naipaul)

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viernes, 20 de julio de 2012

Mi vecino

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Sin lugar para indagar

Me había enfadado conmigo mismo por estar donde estaba. Pa-bou me había dado cuanto necesitaba con su conversación. No necesitaba nada más. Veinte años antes, en Costa de Marfil, había comprendido por mi trato con los magos que, llegado cierto momento, no había lugar para quienes nos limitábamos a indagar; los magos de la región no lo comprendían. Y para ellos no era justo. A ellos les importaba su fe. No les gustaba pensar que pudieran burlarse de ella.

(La máscara de África, V.S. Naipaul)

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Murciélagos

Podría pensarse que con tanto volar todas las noches podrían haber caído muertos del cielo unos cuantos centenares de murciélagos en manos agradecidas, pero nadie había visto semejante cosa, un murciélago muerto en el suelo. Y alguien me contó (quizás no fuera un experto) que cuando los murciélagos iban a morir no se dejaban ver, que se escondían, como los gatos, que podían abandonar sus casas para ir a morir.

(La máscara de África, V.S. Naipaul)

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Tótems

Creemos que todo tiene vida, incluso los árboles. Hay un árbol místico, rojo. Cuando vamos a la selva hablamos con ese árbol y le contamos nuestros problemas. También le pedimos permiso para cortar una rama o la corteza, y le contamos por qué nos llevamos la corteza, por qué la cortamos. Hay que contárselo al árbol. Aquí todas las tribus tienen tótems, y ese tótem para ellos es tabú. No pueden matar ni hacer daño a su tótem. No pueden cazarlo. Puede ser un cocodrilo, un loro, un mono, cualquier cosa.

(La máscara de África, V.S. Naipaul)

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4 monos

Llegaron a un claro. Era un cementerio, pero ellos no lo sabían. Vieron algo muy extraño: cuatro monos sentados con cintas rojas atadas a la frente. El rojo es un color de gran fuerza en Gabón. (Solo conocen tres colores: rojo, negro y blanco.) Al fin encontraron el camino de vuelta a la casa. La madre les contó a los aldeanos lo que habían visto. Los aldeanos le dijeron que lo que habían visto no eran monos, sino fantasmas.

(La máscara de África, V.S. Naipaul)

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Las brujas

El cuerpo de las mujeres es más fuerte, y por eso son brujas. Hay muchos sacrificios rituales en los que se les sacan los ojos y se les arranca la lengua a víctimas vivas. Todos los días se celebra un sacrificio ritual.

(La máscara de África, V.S. Naipaul)

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jueves, 12 de julio de 2012

Para proteger el dinero

En Uganda creían en las propiedades mágicas de las hierbas; a los hombres les gustaba llevar hierbas en la cartera, para proteger el dinero que tenía y para atraer más dinero

(La máscara de África, V.S. Naipaul)

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Hechicería

Vivir en un mundo dominado por la hechicería, en un mundo sujeto a una disolución irracional en sus detalles, significa estar siempre angustiado, continuamente ojo avizor. Añadamos a eso la eterna inquietud por la política, el miedo a la pérdida de la tierra; añadamos la enorme población de Uganda, la continua sensación de una muchedumbre excesiva para la tierra disponible, las carreteras, los trabajos disponibles.
(...)
Esa sensación de angustia se torna también fácilmente en una sensación de desgarro, de dolor. Es de ese dolor, de las personas llevadas al límite, de un mundo incontrolado, de lo que habla a diario muchos de los artículos del periódico.

(La máscara de África, V.S. Naipaul)

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¡qué fácil!

En Kayunga talas árboles, con otros, para hacer carbón vegetal, y como ya no hay cubierta forestal, las granizadas destruyen casas, sembrados y animales, y de repente la gente se ve sin dónde dormir y sin qué comer. Resulta muy fácil empeorar las cosas.

(La máscara de África, V.S. Naipaul)

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La formación de una nación

Era como el comentario que había hecho el príncipe Kasim: "Harán cualquier cosa, pero al mismo tiempo quieren los avances tecnológicos del mundo. La competición por esos lujos tecnológicos ha sustituido a la cultura. Nuestra religión no era brutal. Se basaba en la veneración a los antepasados. Si tu padre muere, le rindes veneración. Ofreces una libación a los antepasados antes de beber. La destrucción de las tradiciones y la falta de restricciones culturales, sobre todo para un pueblo unido por una potencia colonial al que se ha dicho que forme una nación, sólo pueden llevar al desastre".

(La máscara de África, V.S. Naipaul)

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Portugal

Habló de la historia de Lagos. Había sido portuguesa antes que británica. (Portugal: ¡con cuánta frecuencia aparece en estos lugares lejanos! Ver algunos puestos avanzados del imperio portugués en África y Asia, sentir el calor de la desolada costa y la hostilidad del océano gris, hacerse una idea de las tremendas distancias, devoradas de muchos meses de una vida humana, ya de por sí austera, es admirar una vez más el espíritu de ese pueblo, apenas un millón de personas en su época de esplendor).

(La máscara de África, V.S. Naipaul)

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Un eterno retorno

Todos los hijos que tuvieron los padres de Adesina antes de él murieron en la niñez. Cuando nació él sus padres pensaron que era el mismo hijo, que regresaba continuamente para atormentarlos, y por eso le hicieron unos pequeños cortes en la cara, para asustarlo y obligarlo a que se quedara. Los cortes seguían allí; a Adesina le gustaba enseñarlos, pero no eran tan patentes como él creía.


(La máscara de África, V.S. Naipaul)

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miércoles, 11 de julio de 2012

Pseudómenos





El poder magnético que sobre los hombres ejercen las ideologías, aun conociendo ya sus entresijos, se explica, más allá de toda psicología, por el derrumbe objetivamente determinado de la evidencia lógica como tal.  Se ha llegado al punto en que la mentira suena como verdad, y la verdad como mentira. Cada pronunciamiento, cada noticia, cada pensamiento están preformados por los centro de la industria cultural… En el mundo ilustrado toda atrocidad necesariamente se convierte en una invención. Pues el falseamiento de la verdad tiene un núcleo al que el inconsciente reacciona con ansiedad. Este no anhela simplemente el horror. El fascismo es de hecho tanto menos “ideológico” cuanto más directamente proclama el principio del dominio, que en otros lugares se mantiene oculto… la mentira tiene las piernas largas: se adelantan al tiempo. La transposición de todas las cuestiones acerca de la verdad a cuestiones del poder, al que la propia verdad no puede sustraerse si no quiere ser aniquilada por el poder, no ya reprime, como en los antiguos despotismos, sino que se apodera sin resto de la disyunción entre lo verdadero y lo falso, a cuya eliminación cooperan activamente los mercenarios de la lógica. Hitler, del que nadie puede decir si murió, está aún vivo.


(Minima Moralia, T. W. Adorno) 

martes, 10 de julio de 2012

Control

Como musulmán, de niño le enseñaron a desentenderse de la religión africana.

-Nos educaron en la fe, que dictamina que la religión africana es paganismo. Nos enseñaron a aborrecerla. Yo no permito a mis hijos ni que se acerquen a ella.

Y después, con la misma voz, con el mismo tono de firmeza, Habib dijo:

-Ahora que me he hecho mayor y que tengo experiencia, lo veo como un arma para controlar nuestra mentalidad africana. Así funcionaban los imperialistas.


(La máscara de África, V.S. Naipaul)

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Explicación ante lo yermo

¿Por qué era allí el terreno tan yermo? ¿No habría resultado la hierba más acogedora? Nos dieron a entender que era más fácil ver las serpientes en terreno yermo.


(La máscara de África, V.S. Naipaul)

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Abolición

Sin embargo, por más que uno intente "abolir la historia", no por eso la historia será abolida. Más allá de cierta medida la realidad del cambio histórico y los graves y genuinos problemas que suscita, no pueden ser negados sin arriesgarse a una catástrofe.

(La Viena de Wittgenstein, Allan Janik y Stephen Toulmin)

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Coacciones

Pues las coacciones 'autoimpuestas' de acuerdo con las convenciones escolástica de una profesión artística o intelectual, pueden ser precisamente tan inhibidoras y dañinas para la fantasía individual como las coacciones externas, tales como las que imponía el viejo sistema de patronazgos.

(La Viena de Wittgenstein, Allan Janik y Stephen Toulmin)

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Salvar nuestra alma

La moralidad colectiva es una ilusión. La única esperanza que le queda al individuo es la de hallar, y salvar, su propia alma; y aún esto sólo lo puede llevar a cabo evitando los enredos mundanos.


(La Viena de Wittgenstein, Allan Janik y Stephen Toulmin)

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Nuestras relaciones individuales

Lo que uno debía hacer era llevar a los hombres a que reconociesen la crucial verdad 'ahistórica' -a saber, que la salvación procede enteramente de las relaciones individuales que se tienen con Dios, fuera de lo cual nada tienen que ver con las buenas obras.

(La Viena de Wittgenstein, Allan Janik y Stephen Toulmin)

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Naturaleza vs hechos

La naturaleza de lo bueno no tiene nada que ver con los hechos, y, por eso, no puede ser explicada mediante ninguna proposición.


(La Viena de Wittgenstein, Allan Janik y Stephen Toulmin)

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Formas de cultura

Loos había insistido en que el diseño de cualquier artefacto significativo debía estar determinado por las "formas de cultura" dentro de las cuales es usado -la forma de una silla por la manera en que nos sentamos, etcétera- de modo que los cambios de diseño hayan de ser justificados por los cambios de nuestra manera de vivir, y no a la inversa

(La Viena de Wittgenstein, Allan Janik y Stephen Toulmin)

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Herramientas primarias

El precepto socrático 'Conócete a ti mismo' sólo podía ser obedecido si uno llegaba a entender el alcance y límites del propio entendimiento; y esto quería decir, primera y principalmente, reconocer el alcance y límites precisos del lenguaje, el cual es el instrumento primario del entendimiento humano.

(La Viena de Wittgenstein, Allan Janik y Stephen Toulmin)

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lunes, 9 de julio de 2012

Bike

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Fotos

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el más religioso de todos

Mutesa se decidió por la guerra. Iba bien con su carácter, pero al mismo tiempo Mutesa estaba en sintonía con los espíritus a los que servía; actuando solo, nunca habría sido completamente libre. Según dice el historiador romano Livio al principio de su gran historia de Roma, los romanos triunfaron porque eran el pueblo más religioso del mundo; siempre actuaban tras haber consultado con los dioses. Mutesa podía decir otro tanto de sí mismo. 


(La máscara de África, V.S. Naipaul)

El beso




... Igual que un recitador que por primera vez actúa ante el público, veía todo lo que había delante de su vista, pero lo visible no se entendía bien (tal estado, en que el sujeto ve pero no entiende, es denominado por los fisiólogos como “ceguera psíquica”)


            La idea de que era un hombre común y que su vida era común lo alegró y lo reconfortó. Se puso a dibujar en su mente a ella y su dicha con coraje, a su antojo, sin contener ya su imaginación...


            Comenzó la vida de campamento... Fueron sucediéndose los días muy parecidos uno al otro. En todos estos días, Riabóvich sentía, pensaba y se comportaba como un enamorado. Cada mañana, cuando el ordenanza le alcanzaba lo necesario para lavarse, se echaba el agua fría sobre la cabeza y recordaba que en su vida había algo bueno y cálido. 


... encabezados por el setter Lobytko, efectuaban asaltos donjuanescos al suburbio del pueblo, Riabóvich, que tomaba parte en ellos, cada vez estaba más triste, se sentía muy culpable y mentalmente le pedía perdón a ella...


            Y todo el mundo, toda la vida se le aparecieron como una broma incomprensible e inútil... Habiendo apartado la vista del agua y mirando al cielo, recordó de nuevo cómo el destino, en la persona de una mujer desconocida, lo había acariciado sin querer; recordó los sueños y las imágenes del verano, y su vida le pareció sumamente pobre, miserable e incolora...

(El beso, Antón Chéjov) 

plástico


jueves, 5 de julio de 2012

La sala número 6




            Sin embargo, el deseo de hablar se sobrepone a toda consideración y se expansiona. Habla con calor, con pasión. Su oratoria desordenada, febril, delirante es a menudo incomprensible, pero deja adivinar en algunas palabras y en el tono algo extraordinariamente bueno: cuando habla puede contemplarse en él a la vez a un loco y a un hombre. Sería difícil transcribir lo que dice. Yván Dimitrich habla de la miseria humana, de la violencia que oprime el derecho, de la magnifica vida que prevalecerá por fin en la tierra y de las rejas que le recuerdan a cada instante la insensatez y crueldad de los opresores. Es como una rapsodia incoherente de antiguas canciones, pero aun sin terminar.


            Le hablasen de lo que le hablasen, siempre llevaba la conversación al mismo tema; es pesado y aburrido vivir en una ciudad; la sociedad no se interesa por las cosas elevadas; lleva una vida taciturna y absurda únicamente alterada por la violencia, por la destemplanza grosera y por la hipocresía. Los ruines comen y visten bien: para la gente honrada, los desperdicios. Haría falta una escuela, un periódico local de tendencias sanas, un teatro, instrucción pública; en una palabra, una reunión de fuerzas intelectuales para que la sociedad fuera consciente y se horrorizase de sí misma. En sus juicios sobre las personas, no usaba más que los colores extremos; el negro y el blanco sin ninguna clase de atenuaciones. La humanidad se dividía para él en dos partes; las personas honradas y los canallas; sin término medio. Hablaba siempre con pasión y entusiasmo de las mujeres y del amor, pero jamás estuvo enamorado.


... Era como aquel ermitaño del cuento que se empeñaba en abrir una claraboya en el bosque; cuantas más ramas cortaba, más crecían y más se espesaba la maleza. Viendo, pues, Yván, que nada conseguía con sus razonamientos, se abandonó por completo a la desesperación y al miedo.


            Los prejuicios y todas las miserias y villanías son necesarios: acaban por cambiarse en algo bueno al cabo del tiempo, como el estiércol se convierte en mantillo. Nada perfecto hay bajo el sol que no tenga su origen en alguna maldad.


            Andrés Efimytch, quería ante todo inteligencia y honradez, pero no tenía bastante carácter y confianza en el derecho para instaurar a su alrededor una vida inteligente y honrada. 


... La mortalidad por esto no disminuye y los enfermos no cesan de aumentar. Ayudar seriamente a cuarenta enfermos que se visitan en una mañana, es físicamente imposible: es un engaño. Si según las cuentas se han visitado a doce mil enfermos al cabo del año, puede deducirse fácilmente que se ha engañado a doce mil personas. Aislar en una sala personas enfermas de gravedad y ocuparse de ellas según las reglas de la ciencia, es también imposible; porque hay muchas reglas pero no hay ciencia. Y aparte de filosofías, si se siguen las reglas al pie de la letra, como hacen la mayoría de los médicos, hace falta, ante todo, limpieza y ventilación, nada de suciedad; hace falta una comida sana y no sopas infectadas y berzas agrias; hacen falta, en fin colaboradores honrados y no ladrones...


... Púshkin, antes de su muerte, experimentó sufrimientos horribles; el pobre Heine estuvo paralítico durante años entero; ¿por qué, pues, no ha de sufrir un poco un Andrés Efimytch o una Matriona Savichua, la vida de la cual estaría sin el sufrimiento completamente vacía, como una página blanca o como la vida de los animales?


            -Sufrimos y somos incapaces de soportar los males porque no pedimos a Dios misericordia –dice-. ¡Sí, nada más que por eso!


... Las personas cultas de aquí no se elevan de al ras de tierra; su nivel mental no es muy superior al de la clase baja.


            -Hay que reconocer –continúa el doctor, al cabo de un instante- que todo en este mundo, salvo las altas abstracciones del espíritu, carece de interés y de importancia. El espíritu levanta una barrera entre el animal y el hombre, hace pensar en la divinidad de la naturaleza humana y adquiere una inmortalidad de que carece al principio; por lo tanto, el alma es el único manantial existente de regocijo. Nosotros no oímos ni vemos nada espiritual, así es que estamos privados de alegría. Nos quedan los libros, pero el trato con ellos es muy distinto a la conversación con los hombres, puede que no sea muy exacta la comparación, pero digo que los libros son los cuadernos de música y la conversación el canto.


... ¡La vida es una carga enojosa! Cuando llega el hombre a su edad viril y despierta su conciencia reflexiva, se ve, bien a su pesar, como en un callejón sin salida. Es empujado por un destino ignoto contra su voluntad... ¿Por qué?... Él quiere conocer la idea y el fin de su existencia pero no se le dice nada o se le dicen estupideces. Llama y nadie le contesta; en fin, viene la muerte. ¡También contra su voluntad! Lo mismo que en una cárcel, las personas ligadas por una desgracia común, lo sienten menos; cuando hay unión se nota menos la carga de la vida cuando las personas consagradas al análisis y a las generalizaciones se encuentran reunidas y pasan el tiempo cambiando ideas libres y grandes, entonces el alma es un regocijo incomparable.


            -No, querido. No lo creo, no encuentro posibilidad de creerlo. Debo confesar que tengo mis dudas. Hay en mí algo como un presentimiento de que no moriré nunca. ¡Veamos, me digo a mí mismo algunas veces, vejanzón, ya es hora de que te mueras! Y en mi alma grita una vocecilla: “No lo creas, no morirás”...


... Sólo un imbécil que tenga un miedo espantoso a la muerte y que no tenga dignidad, puede consolarse pensando que su cuerpo resucitará en la hierba, en las piedras, en los animales inmundos... Colocar la inmortalidad en la evolución de la materia es cosa tan peregrina como profetizar un porvenir brillante a una caja que encierre un violín roto e inútil...


            -Tengo una ocupación perjudicial y recibo dinero de las personas a quien engaño; ¡no soy honrado!... Pero, vamos a ver, yo en mí, ¡qué soy? Soy simplemente un factor del mal social inevitable. Todos los funcionarios del distrito no hacen más que maldades y cobran sin razón... Yo, pues, no soy culpable de mi deshonra, el culpable es el medio. Si hubiese nacido doscientos años más tarde hubiera sido otro. 


            -Sí, enfermo. A centenares se pasean los locos por ahí, porque la ignorancia de ustedes no sabe distinguirlos de los cuerdos. ¿Por qué estos desgraciados y yo hemos de pagar por todos  y nos han de tener aquí encerrados? ¡Usted, el intendente, el auxiliar cirujano y toda la pandilla hospitalaria está, en el orden moral, muy por debajo  de nosotros! ¿Por qué, entonces, estamos aquí nosotros y ustedes no? ¿Dónde está la lógica?


            -¿Bromea usted? –dijo entornando los ojos-. Usted y su ayudante Nikita, no se inquietan por el porvenir. Pero puede usted estar seguro de que vendrán tiempos mejores. Búrlese usted, pero el alba de una vida nueva no ha de tardar en lucir: la justicia triunfará; habrá fiestas en las calles. Yo no lo veré, habré muerto; pero lo verán nuestros nietos. Los saludo y me regocijo con toda el alma me alegro por ellos. ¡Adelante, que Dios os ayude; amigos míos!


            -Sí, he seguido los cursos de la Universidad, pero no terminé.
            -Es usted hombre de inteligencia y de ideas. Dondequiera que esté usted, puede encontrar consuelo en sí mismo. Un pensamiento libre y profundo, conduce a la comprensión de la vida y al completo desprecio de la estúpida vanidad del mundo, y estas son las dos cosas más elevadas que el hombre puede llegar a conocer. Sabiendo esto, se puede estar contento aun encerrado con triples rejas. Diógenes, en su tonel, era más dichoso que todos los reyes de la tierra.
            -¡Sí, Diógenes era un idiota! –respondió Yván Dimitrich sombríamente-. ¿Qué más habla usted de la comprensión de Diógenes? –dijo de pronto arrebatándose y saltando de la cama-. ¡Amo la vida, la amo apasionadamente! La monomanía de persecución me tortura continuamente, es verdad, pero hay ocasiones en que tengo tal sed de vivir que temo perder la cabeza; esto es completamente cierto. Deseo furiosamente vivir, furiosamente.


            -Entre una sala confortable y esto, no hay diferencia –dijoAndrés-. La dicha del hombre no está en lo que le rodea, sino en sí mismo.
            -¿Cómo se explica eso?
            -El hombre vulgar cifra en un objeto, un carruaje, un cuarto confortable, el bien o el mal; el hombre que piensa lo cifra en sí mismo.


            -No; del frío puede uno librarse como de otro dolor cualquiera. Marco Aurelio ha dicho: “El dolor es una representación del mal; con fuerza de voluntad se puede cambiar esta representación; cámbiala, no te lamentes; el dolor desaparecerá”. Esto es exacto; el sabio o simplemente el pensador, el hombre reflexivo se distingue en que desprecia el dolor. Está siempre contento y de nada se espanta.


... “¡estoy solo!...” Fuera de la soledad es imposible la felicidad verdadera... El doctor pensó que el ángel caído se rebeló contra Dios por conquistar la soledad que a los demás ángeles no les es permitida. Luego quiso pensar en lo que había visto y oído los días precedentes, pero pensaba siempre en Miguel Averianitch.


(La sala número 6, Antón Pávlovich Chéjov)

miércoles, 4 de julio de 2012

El rojo emblema del valor





            Desde su hogar, sus ojos juveniles habían contemplado la guerra en su propio país con desconfianza. Tenía que ser algo ficticio. Hacía ya mucho tiempo que había perdido la esperanza de contemplar una lucha al estilo griego. Aquello ya no volvería a suceder, se había dicho. Los hombres eran mejores o más tímidos. La instrucción seglar y religiosa había borrado el instinto del hombre de lanzarse a la garganta de su vecino, o quizá una economía sólida mantenía fuertemente cogida las riendas de las pasiones.


            Se dio cuenta de que en esta crisis sus propias leyes de la vida eran inútiles. Todo lo que había aprendido sobre sí mismo no le servía aquí de nada. Era una incógnita para sí mismo. Vio que se vería obligado a experimentar de nuevo tal como lo había hecho en su adolescencia; tenía que acumular información sobre sí mismo y, mientras tanto, decidió mantenerse constantemente en guardia para evitar que aquellas cualidades, de las cuales no sabía nada, le avergonzaran para siempre. “Dios mío”, se repitió desfallecido.


... Y reflexionó seriamente sobre las diferencias radicales que existían entre él y hombres que se movían alrededor de las hogueras como duendes.


            Cuando su ofendido camarada hubo desaparecido, él se sintió aislado en el espacio. Su fracaso al intentar descubrir la más mínima semejanza en sus puntos de vista le hizo sentirse más angustiado que antes. Nadie parecía tener que debatirse con un problema personal tan terrible como el suyo. Era un proscrito.


            Al darse cuenta de esto, se le ocurrió que él nunca había deseado ir a la guerra. No se había alistado por libre voluntad. Había sido arrastrado allí por un gobierno despiadado. Y ahora le iban a llevar al lugar donde iba a ser sacrificado.


... Deseó vagamente dar vueltas y vueltas alrededor del cuerpo y observarlo; el impulso de los vivos de leer en los ojos muertos la respuesta a la pregunta.


            Dejó súbitamente de preocuparse por sí mismo y se olvidó de pensar en un destino amenazador. Se convirtió no en un hombre, sino en un miembro. Sintió que algo de lo que él era una parte –un regimiento, un ejército, una causa un país– estaba en crisis. Se hallaba fundido en una personalidad común dominada por un solo deseo. Por unos momentos no podía escapar, del mismo modo que el meñique no puede rebelarse contra la mano.


            Tenía siempre la clara percepción de la presencia de sus camaradas a su alrededor. Sintió que la sutil hermandad de la batalla era incluso más potente que la causa por la que él estaba luchando. Era una fraternidad misteriosa, nacida del humo y del peligro de muerte.
            Tenía un trabajo que hacer. Era como un carpintero que ha hecho ya muchos cajones y está haciendo otro más, sólo que en sus movimientos había una prisa furiosa. El pensamiento se hallaba por completo en otro lugar, también como el carpintero, que mientras trabaja silba y piensa en su amigo o en su enemigo, en su casa o en la taberna. Todos estos sueños deshilvanados nunca fueron para él perfectamente claros más tarde, permaneciendo en su mente como una masa de borrosas figuras.


            Vio que era irónico que corriera así hacia algo que se había tomado tanto trabajo en evitar. Pero se dijo, en resumen, que, si la tierra y la luna estuvieran a punto de chocar, muchas personas intentarían, sin duda, subirse a los tejados para ser testigos del encuentro.


... Cada individuo debía haber supuesto que estaba grabando las letras de su nombre, profundamente, en eternas placas de bronce o alcanzando fama eterna en el corazón de sus compatriotas, mientras, en realidad, todo el encuentro aparecería en las noticias impresas bajo una débil y poco importante título. Pero vio que esto era bueno, porque, en otro caso, se dijo, en una batalla cada uno trataría seguramente de escapar, excepto los que había perdido toda esperanza y otros cuantos como ellos.


            Pensó que estaba a punto de dirigirse al frente. En realidad, vio una imagen de sí mismo, lleno de polvo, macilento, jadeando, volando hacia el frente en el momento oportuno para agarrar y estrangular a la bruja oscura y maliciosa de la catástrofe.


... Sus convicciones previas le había enseñado que el triunfo era algo completamente cierto para aquella poderosa máquina azul; que ésta iba a fabricar victorias del mismo modo que otra máquina hace botones. Al momento desechó todas sus especulaciones hacía cualquier otra dirección. Volvió a la fe compartida por todos los soldados.


... La guerra, aquella bestia roja; la guerra, aquel dios henchido de sangre, iba a saciarse hasta hartarse.


... El oficial hacía gestos excitados con una mano enguantada; los cañones seguían a los equipos con aspecto de protesta, como si los arrastraran por los talones.


            Al muchacho todos estos incidentes le hicieron meditar. Descubrió que había actuado como un bárbaro, como una bestia. Había luchado como un pagano en defensa de su fe. Y al reflexionar, se dio cuenta de que esto era noble, era salvaje y, en cierto modo, era muy fácil. No había la menor duda de que su figura había sido tremenda. A causa de esta lucha, había vencido obstáculos que antes había admitido que eran verdaderas montañas. Aquellos habían caído ante él como si fueran castillos de naipes, y ahora él era lo que él mismo llamaba un héroe. Y ni siquiera dormido y, al despertar, se hubiera encontrado armado caballero.


... Puesto que su fuerza y su aliento habían disminuido mucho, empezaron a recobrar la cautela. Volvían a ser hombres.


            Al momento envolvió su corazón en la capa de su orgullo y mantuvo la bandera erguida. Hablaba a sus compañeros, empujando sus pechos con la mano que le quedaba libre. A los que conocía les lanzaba frenéticos llamamientos incitándoles, dirigiéndose a ellos por su nombre. Entre él y el teniente, increpándolos y casi locos de rabia, podía sentirse un sutil compañerismo y equilibrio. Se ayudaban uno a otro con toda clase de protestas, dichas en voz ronca, aullando casi.


            El mismo se sintió con el espíritu audaz de un ser salvaje que enloquecen sus creencias religiosas. Se veía capaz de profundos sacrificios, de una tremenda muerte. No tenía tiempo para disecciones, pero sabía intuitivamente que para él las balas no eran en aquel momento más que objetos que podían impedirle alcanzar el lugar al cual aspiraba. Y en su interior se alzaban sutiles llamaradas de alegría por el hecho de pensar así.


... Parecía que les producía una gran satisfacción poder escuchar voces donde antes sólo había existido oscuridad y vanas especulaciones.


... Sin embargo, el muchacho sonreía porque vio entonces que el mundo era verdaderamente un mundo para él, aunque muchos otros descubrieran que estaba compuesto solamente de palos y maldiciones. Se había librado completa y totalmente de la enfermedad roja de la batalla. Aquella sofocante pesadilla era ya algo que pertenecía al pasado.

Apéndice del Rojo emblema del valor.

... John D. Rockefeller, uno de los magnates de la industria de esa época, lo expresó claramente en un discurso pronunciado en la catequesis en Chicago: “El crecimiento de una gran industria no es más que un ejemplo de la supervivencia de los mejores dotas... No hay nada de malo en ello. Se trata solamente de la puesta en práctica de una ley natural y de una ley divina.” De esta manera se pretendían legitimar las desigualdades e injusticias sociales de la época.


... En efecto, en la subconciencia colectiva del pueblo americano estaba vivo todavía el optimismo juvenil de un pueblo que hasta entonces había contado siempre con un espacio libre por colonizar, donde siempre se podía iniciar una nueva vida, lejos de las obligaciones y necesidades de la sociedad establecida.


(El rojo emblema del valor, Stepen Crane) 

Hablar siempre, pensar nunca




En lugar de tomar sobre sí la labor de autognosis, los adoctrinados adquieren la capacidad de subsumir todos los conflictos bajo conceptos como complejo de inferioridad, dependencia materna, extroversión e introversión, que en el fondo son poco menos que inútiles.


(Minima Moralia, T. W. Adorno) 

martes, 3 de julio de 2012

Instancia de apelación




Pero fue el mismo Nietzche el que enseñó el amor fati, el “debes amar tu destino”… Aquel que ni ve ni tiene nada que amar acaba amando los muros de piedra y las ventanas enrejadas. En ambos casos rige la misma incapacidad de adaptación que, para poder mantenerse en medio del horror del mundo, atribuye realidad al deseo y sentido al contrasentido de la coerción. No menos que en le credo quia absurdum se arrastra la resignación en el amor fati, ensalzamiento del absurdo de los absurdos, hacia la cruz frente a la dominación. Al final la esperanza, tal como se la arranca a la realidad cuando aquélla niega a ésta, es la única figura que toma la verdad. Sin esperanza, la idea de la verdad apenas sería pensable, y la falsedad cardinal es hacer pasar la existencia mal conocida por la verdad sólo porque ha sido conocida… Es el mito lo que separa la crítica de Nietzche a los mitos de la verdad.


(Minima Moralia, T. W. Adorno)