viernes, 22 de marzo de 2013

Adelante despacio


Pero cuando a una persona se le grita: “¡corre!”, desde el niño que debe ir a por el bolso que su madre ha olvidado en el primer piso hasta el preso al que la escolta le ordena la huida a fin de tener un pretexto para matarle, es cuando se deja oír la violencia arcaica que, de otro modo, dirige silenciosa cada paso.

(T. W. Adorno, Minima Moralia) 

miércoles, 20 de marzo de 2013

Patadas

La imaginación literaria nunca llegaría a ser estimada de verdad. Un escritor que se tomara su trabajo en serio podía estar seguro de recibir más patadas que otra cosa. Y tendría suerte sí conseguía librarse de la cárcel.

(John Dos Passos, Años inolvidables)

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Vérochka




            -Con un tiempo tan hermoso uno no tiene ganas de partir. En verdad, la noche es romática; hay luna, hay silencio y todo lo demás. ¿Sabe, Vera Gavrílovna? Ya van veintinueve años que yo vivo en este mundo, pero no he tenido un romance hasta ahora. En toda mi vida no hubo una sola historia romática, de modo que las citas, las alamedas de suspiros y de besos son cosas que yo conozco sólo de nombre. ¡Eso es anormal! En la ciudad, cuando uno está encerrado en su cuarto, esta laguna no se nota tanto, pero aquí, al aire libre, se hace sentir con fuerza... ¡Hasta causa cierto fastidio!


            -Le estoy agradecido, Vera Gavrílovna, aunque sé que no merezco un... sentimiento de esa índole... de su parte. En segundo lugar, como hombre honesto debo decir que... la felicidad se basa en el equilibrio, es decir, cuando ambas partes... se amen de la misma manera...


... Por primera vez en su vida pudo convencerse, por propia experiencia, de cuán poco depende el hombre de su buena voluntad, y experimentar él mismo la situación de un hombre decente y cordial quien, sin querer, causa a su prójimo un sufrimiento inmerecido y cruel.

(Vérochka, Antón Chéjov) 

martes, 19 de marzo de 2013

Doctor Parson

Cummings y yo nos fuimos firmes sobre nuestros pies, y nos bebimos todo el vino al alcance de la mano para evitar que se derramase. Pronto tuve que recurrir al remedio contra el mareo del viejo doctor Parson. El remedio consiste en tomarse un coñac a las horas y a las medias horas. ¡Ya lo creo que dio resultado! Como no había manera de mantenerse erguido, reptamos hasta nuestra cabina y nos atamos a las literas.

(John Dos Passos, Años inolvidables)

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La pérdida de la libertad

Las casas que vi habían sido saqueadas. No quedaba rastro de los muebles. Di mucha importancia a la teoría de que la revolución había librado a la humanidad de la tiranía de las cosas. Personalmente, había decidido ya mucho antes desembarazarme de todas mis posesiones. Tardé años en aprender que cuando un hombre pierde lo que le pertenece, pierde también su libertad.

(John Dos Passos, Años inolvidables)

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Un millón de dólares

Octubre es el mejor mes de Nueva York. Todas las chicas están bonitas con sus nuevos conjuntos de otoño. Se renuevan los escaparates. El cielo es muy azul. Las nubes muy blancas. Las ventanas de los edificios altos brillan al sol. Todo parece valer un millón de dólares.

(John Dos Passos, Años inolvidables)

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Sobre Scott Fitzgerald

Cuando hablaba sobre literatura, su mente, que me parecía llena de absurdas ideas sobre la mayor parte de las cosas, se hacía tan clara y cortante como un diamante. No le interesaba nunca el paisaje, tenía un gusto pésimo para la comida, para el vino y para la pintura, y poco oído para la música a excepción de las canciones populares más rudimentarias, pero en cuanto a literatura era un profesional nato. Todo lo que decía merecía la pena escucharse

(John Dos Passos, Años inolvidables)

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miércoles, 13 de marzo de 2013

Monogramas




Es difícil imaginar que los hombres muy malos mueran... Entre “yo soñé” y “me puse a soñar” se inscriben todas las edades del mundo. ¡pero qué es más verdad? Cuanto menos sueños envían los espíritus, menos es el yo que sueña... Con motivos del ochenta y cinco cumpleaños de un hombre en todos los aspectos muy bien atendido, pregunté en sueños qué le podría regalar para darle realmente una alegría. Y en seguida me vino la respuesta: un guía para adentrarse en el mundo de las sombras... El amor es la capacidad de percibir lo semejante en lo desemejante.

(Minima Moralia, T. W. Adorno) 

El caballero de la rosa



A los pobres la disciplina de los otros les impide pensar, y a los ricos la suya propia... Que uno sea culto o inteligente figura entre las cualidades que lo hacen apto para el matrimonio o la vida social, como ser buen jinete, amar la naturaleza, tener encanto o vestir un frac impecable. Carecen de curiosidad intelectual. En su mayoría, los libres de preocupaciones se sumergen en lo cotidiano como los pequeños burgueses... Todavía recuerdo mi espanto cuando una joven aristocrática de vaga ascendencia, que apenas podía hablar alemán sin un afectado acento extranjero, me confesó su simpatía por Hitler, tan incompatible como su figura parecía con la de éste. Entonces pensé que su encantadora imbecilidad le impedía darse cuenta de quién era ella. Pero era más lista que yo, pues lo que ella representaba ya no existía, y borrando su conciencia de clase, su destino individual lograba que su ser en sí, su condición social, quedase patente. Resulta tan duro integrarse arriba, que la posibilidad de la divergencia subjetiva se anula y no hay modo de buscar la diferencia más allá del corte distinguido del vestido de noche.

(Minima Moralia, T. W. Adorno)

lunes, 4 de marzo de 2013

Sobre Antonio Machado

 En Madrid encontramos a Arthur McComb. Nos empachamos de Goya y El Greco. Hicimos excursiones con Pepe Giner. Una noche de luna paseé por Segovia con Antonio Machado, cuyos poemas estaba yo por entonces intentando traducir al inglés.

Machado era corpulento, andaba torpemente y vestía un traje arrugado con brillos en las rodillas. Su sombrero siempre tenía polvo. Daba la sensación de estar más desamparado que un niño ante los asuntos de la vida diaria, de ser un hombre demasiado sincero, demasiado sensible, demasiado torpe, a la manera de los eruditos, para sobrevivir: "Machado el bueno", le llamaban sus amigos. No puedo pensar en el acueducto, en los pórticos románicos de las ennegrecidas iglesias ni en la siluieta de cuento de hadas del Alcázar de Segovia sin oír la cadencia de sus versos. Grabada con el agua fuerte de la luz de luna, la ciudad, mientras paseábamos, iba presentándose ante nosotros como un poema que Antonio Machado podía muy bien estar escribiendo en aquel momento. Era un gran hombre.


(Años inolvidables, John Dos Passos)

flores