lunes, 29 de octubre de 2012

Libro+libro+libro+libro+libro...

Todo libro tiene detrás de si los libros que se han escrito. El autor es consciente de ello; el lector también debería de serlo.

(Anthony Burgess. Conversaciones con los escritores, The Paris Review)

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Espejo

Ent.: ¿Puede imaginarse al lector ideal de sus libros?

A. B.: El lector ideal de mis libros es un católico renegado y músico fracasado, corto de vista, daltónico, medio sordo, que ha leído los mismos libros que yo. Además, debe tener mi misma edad.

(Anthony Burgess. Conversaciones con los escritores, The Paris Review)

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La cigarra




            Después de las cuatro de la tarde comía en casa. La sencillez, el sentido común y la bondad de su marido la conmovían y la llenaban de entusiasmo. A menudo se levantaba de un salto, abrazaba impulsivamente su cabeza y la cubría de besos.
            -Eres un hombre inteligente y noble, Dímov –le decía- pero tienes un defecto muy importante. No sientes ningún interés por el arte. Rechazas la música y la pintura.
            -No las comprendo –respondía él mansamente-. Durante toda mi vida estuve ocupado con las ciencias naturales y la medicina y no tuve tiempo de interesarme por las artes.
            -¡Pero eso es terrible, Dímov!
            -¿Por qué? Tus amigos no conocen las ciencias naturales ni la medicina y sin embargo tú no les reprochas por eso. A cada cual lo suyo. Yo no comprendo los paisajes ni las óperas, pero opino lo siguiente: si hay personas inteligentes que les dedican toda su vida, y si hay personas inteligentes que pagan por ellos mucho dinero, eso significa entonces que son necesarios. Yo no los comprendo, pero no comprender no significa rechazar.


... “¿Cómo no se aburre uno de ser un hombre simple, en nada destacable, desconocido y, además, con cara demacrada y modales torpes?” O bien le parecía que Dios iba a matarla en cualquier momento porque ella temiendo el contagio, ni una sola vez había ido a ver al marido a su gabinete.


(La cigarra, Antón P. Chéjov) 

calaveras


viernes, 26 de octubre de 2012

L’inutile beauté




Las mujeres de singular belleza están condenadas a la infelicidad. Incluso aquellas a las que la circunstancias benefician, las favorecidas por el nacimiento, la riqueza o el talento, parecen como perseguidas o poseídas por un impulso de destrucción de ellas mismas y de todas las relaciones humanas en que entran. Un oráculo las pone ante una alternativa de fatalidades. O bien utilizan la belleza para conseguir el éxito, y entonces pagan con la infelicidad esa condición, porque como no pueden amar envenenan el amor hacia ellas y quedan con las manos vacías; o bien el privilegio de la belleza les da ánimo y seguridad para sumir el intercambio, se toman en serio la felicidad que se prometen y no escatiman nada de sí mismas, confirmadas por la inclinación que todos sienten hacia ellas, en el sentido de que su valor no deben solamente mostrarlo. En su juventud pueden elegir. Pero ello las hace volubles: nada es definitivo, todo puede en cualquier momento sustituirse por otra cosa. Muy  temprano, y sin considerarlo mucho, se casa y se someten así a condiciones pedestres, se despojan en cierto sentido del privilegio de las posibilidades infinitas, se reducen a seres humanos. Pero al mismo tiempo se agarran al sueño infantil del poder sin límites que su vida parecía prometerles y no cesan de desdeñar –aunque no a la manera burguesa- lo que mañana pudiera ser mejor... La belleza integrada se ha convertido con el tiempo en elemento calculable de la existencia, en mero sucedáneo de la vida inexistente sin que rebase mínimamente esa nulidad. Ha roto, para sí misma y para los demás, su promesa de felicidad. Y la que aun aprueba esta situación se rodea de un aura de desdicha y es ella misma alcanzada por la desdicha. Aquí el mundo ilustrado ha absorbido por completo al mito. Sólo la envidia de los dioses ha sobrevivido.


(Minima Moralia, T. W. Adorno) 

miércoles, 24 de octubre de 2012

La tarde de un fauno



            Yo había dicho que las diferencias de temperamento que descubre cada cual entre hombres y mujeres, en definitiva, son las que descubre cada cual en el trato con su mujer y, en definitiva, son las que hay entre cualquiera y su prójimo.
            -No sé –contestó alguien en aire de duda.
            -Lo que sabemos todos –concluyó otro- es que uno vive solo, deseando encuentros imposibles.


... El amor no es eso. No es un juego, no es una ficción ridícula. Cuando queremos de verdad...


            -No, mi querido. Lo que dices está bien, en abstracto; en la realidad, no. ¿Cómo no descubriste todavía que en el amor intervienen sentimientos, no razones, y que a los sentimientos no los maneja la voluntad? Por lo mismo, no hay que razonar demasiado el amor. Con la religión, es lo más real que tenemos, pero no te pongas a razonarlos, porque no queda nada o, peor aún, se vuelven, como tú dices, ridículos. Probablemente el amor sea un juego; en los juegos hay que respetar las reglas. En todo caso, es algo muy delicado: no lo manosees, como lo he manoseado yo, porque lo estropeas irremediablemente.


            Hubo un silencio en que oí el segundero de mi reloj. De manera visible Olga se entristeció. Ahí estaba, al alcance de la mano –Dios mío, triste era más linda aún-, y reflexioné que si la perdía esa tarde probablemente la perdería para siempre.

(La tarde de un fauno, Adolfo Bioy Casares)


Notas de La tarde de un fauno

... Por lo mismo, no hay que razonar demasiado el amor. Con la religión, es lo más real que tenemos, pero no te pongas a razonarlos, porque no queda nada o, peor aún, se vuelven, como tu dices, ridículos. Probablemente el amor sea un juego; en los juegos hay que respetar las reglas.

gotas


recordando a Lord Antrim

Ent.: ¿Piensa que los escritores son más respetados en el extranjero que aquí?

W. H. A.: Yo no diría eso. A veces digo a la gente que soy historiador del medievo cuando me preguntan que hago. Eso congela la conversación. Si les digo que soy poeta, recibo esas miradas que parecen decir: "Bueno, pero ¿de qué vive?". En los viejos tiempos un hombre se sentía orgulloso de que su pasaporte dijera: "Ocupación: Caballero". El pasaporte de Lord Antrim simplemente decía: "Ocupación: Par". y yo lo considero correcto. Tuve suerte en la vida: tuve un hogar feliz y mis padres me dieron una buena educación. Mi padre era doctor y, además, erudito, así que jamás recibí la idea de que el arte y la ciencia son culturas opuestas; ambas eran cultivadas de igual manera en casa. No puedo quejarme. Jamás he tenido que hacer nada que verdaderamente me desagradara. Por supuesto, he tenido que hacer varios trabajos que no hubiera efectuado si hubiese tenido dinero, pero siempre me he considerado un trabajador, no un jornalero. Hay mucha personas con empleos que no les gustan. Yo no, y estoy agradecido por ello.


(J. H. Auden. Conversaciones con escritores, The Paris Review)

los muertos y los nonatos

Ent.: Se dice que Eliot había sido inducido en esa dirección por la poesía de San Juan de la Cruz, de quien podemos afirmar sin temeridades que era un místico. ¿Lee mucho a San Juan de la Cruz?

W. H. A.: Su poesía es sumamente notable, pero no es exactamente mi favorita. Principalmente porque creo que la experiencia mística no puede ser verbalizada. Cuando desaparece el ego, también desaparece el poder sobre el lenguaje. Debo reconocer que era muy osado utilizando las metáforas más atrevidas para el orgasmo. Esto probablemetne se debe a que, en ambos casos, en el orgasmo y en la unión mística, el ego es relegado.

Ent.: ¿Dedica mucho tiempo a actividades relacionadas con la Iglesia?

W. H. A.: No, aparte de ir a misa los domingos.

Ent.: Pero usted tiene reputación en los círculos teológicos, ha tenido algunas actuaciones en el gremio de eruditos episcopales.

W. H. A.: Ah, eso sólo tenía algo que ver con ciertos consejos que querían para llevar a cabo la revisión de los salmos. Soy un adversario apasionado de la reforma litúrgica y preferiría que el devocionario estuviese en latín. El rito es el lazo de unión entre los muertos y los nonatos y requiere un lenguaje sin tiempo, lo cual, en la práctica, significa una lengua muerta. Siento curiosidad por saber qué problemas tiene ahora en Israel, donde se habla lo que hasta ahora había sido una lengua muerta.


(W. H. Auden. Conversaciones con los escritores, The Paris Review)

página 279

Ent.: ¿Ha leído o intentado leer Finnegans Wake?

W. H. A.: No soy muy bueno leyendo a Joyce. Obviamente, fue un gran genio, pero su obra es demasiado larga. Joyce mismo dijo que quería que la gente se pasara toda la vida leyendo a su obra. Para mí la via es demasiado corta y demasiado valiosa. Opino lo mismo en lo que se refiere al Ulyses. Además, Finnegans Wake no se puede leer del mismo modo que uno lee ordinariamente. Puedes sumergirte en ella,pero no creo que nadie pueda leerla entera de un solo golpe y  recordar lo que acontece. Resulta diferente en pequeñas dosis. Recuerdo cuando salió Anna Livia Plurabelle, en edición aparte; pude leerla comnpletamente y disfrutarla. Por lo general me gustan las novelas cortas y graciosas. Hay algunas excepciones, por supuesto, uno sabe que Proust, por ejemplo, no podía haber escrito más brevemente. Creo que mis novelistas modernos favoritos son Ronald Firbank y P. G. Wodehouse, porque ambos tratan del Edén.


Ent.: ¿Sabe usted, por cierto, que se le menciona en la página 279 de Finnegans Wake?

W. H. A.: Sí, lo sé. No habría podido citar el número de páginas, pero he visto la nota al pie.


(W. H. Auden. Conversaciones con los escritores, The Paris Review)

martes, 23 de octubre de 2012

trinchera


Los bandidos



El reflejo de lo vital en las mujeres de Goethe hubo de pagarse con la renuncia y el alejamiento, y hay en ello algo superior a la mera resignación ante la victoria del orden. La contrafigura absoluta, símbolo de la unidad de lo sensual y lo abstracto, es Don Juan.


(Minima Moralia, T. W. Adorno)

viernes, 19 de octubre de 2012

Aportación a la historia de las ideas




Hay dos Nietzsche Uno es el universalmente conocido ‘filósofo de moda’, el deslumbrante escritor y expresivo maestro del estilo, cuyo nombre está ahora en todas las bocas y los títulos de cuyas obras se han convertido en unos cuantos lemas mal entendidos que han engrosado el inestable patrimonio de las personas ‘cultas’. El otro Nietzsche es el abismático e inagotable pensador y psicólogo, el escrutador de los grandes hombres y los valores vitales, de una fuerza espiritual y una potencia intelectual sin igual y que dominará el futuro.

(Minima Moralia, T. W. Adorno)

jueves, 18 de octubre de 2012

No políticos

Yo creo que nos las arreglaríamos muy bien sin los políticos. Las elecciones de los líderes deberían ser de grupos completos; así la gente podría votar en conciencia y las computadoras se harían cargo de lo demás.

(W. H. Auden. Conversaciones con los escritores, The Paris Review)

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Zínochka




            -No es gran cosa eso de ser amado: ¿Para qué están creadas las damas si no para amarnos? En cambio, señores, ¿quién de ustedes fue alguna vez odiado, odiado con pasión, con rabia? ¿Alguno de ustedes pudo observar los arrebatos del odio? ¿Eh?

            Ella, en tanto, lo miraba sin pestañear, con sus grandes ojos enamorados, esperando, como hechizada, que Sasha no tardaría en decirle algo significativo, ilimitado en su importancia; él no le dijo nada todavía, pero ella veía ya abrirse ante sí algo nuevo y amplio, algo que ella no conocía antes y por eso lo miraba, llena de esperanza, dispuesta a todo, inclusive a morir.


            -Antes que nada, es necesario que toda la vida pase por un prisma –dijo Nina Ivánovna-, es decir que es preciso que la vida, en nuestra conciencia, se divida en elementos simples, a modo de los siete colores principales, y cada elemento hay que estudiarlo por separado.


            “¡Adiós, querido Sasha!” –pensó, y en su imaginación surgió una nueva vida, ancha y luminosa; esta vida, ancha y luminosa; esta vida, de contornos no muy nítidos aún y llena de misterios, la atraía y la fascinaba. 


(Zínochka, Antón P. Chéjov)

miércoles, 17 de octubre de 2012

Moral y estilo




Es escritor siempre podrá hacer la experiencia de que cuanto más precisa, esmerada y adecuadamente se expresa, más difícil de entender es el resultado literario, mientras que cuando lo hace de forma laxa e irresponsable se ve recompensado con una segura inteligibilidad.

(Minima Moralia, T. W. Adorno)