lunes, 8 de octubre de 2012

Sobre Hemingway

La primera cosa que oímos acercas de la muerte de Ernest Hemingway fue una llamada telefónica del Daily Mail de Londres, que me pedía que hiciera un comentario acerca de ella. Y en privado, aunque ya era de esperar algo así, la encontre bastante impresionante. Hemingway sólo tuvo un tema, uno sólo. El hombre se enfrenta con las fuerzas del mundo, llamadas destino, y lo hace con valentía. Es seguro que todo hombre tiene derecho a terminar con su vida, pero no se encuentra tal posibilidad en ninguno de los héroes de Hemingway. Lo triste resutla que él habría odiado mucho más un accidente que un suicidio. Era un hombre increíblemente vanidoso. Un accidente mientras limpiaba su arma habría significado una violación de todo lo que le enorgullecía. Suicidarse de un tiro en la cabeza resulta casi imposible a menos que sea premeditado. La mayoríade esas muertes suceden cuando el arma cae, y entonces la herida es por lo general en el abdomen. Lógicamente, un cazador experimentado no guarda un arma cargada en casa. Hay algunas armas sobre mi repisa, pero las balas se encuentran en el estante inferior. Las armas se limpian de regreso de la cacería y hay que descargarlas para poder limpiarlas. Hemingway sentía un gran desprecio por los torpes; pero solamente un torpe podía tener un accidente semejante. Por otra parte, según lo que he leído, parece que sufrió un cambio de personalidad en sus últimos años. Ciertamente, su último verano en España y el resultado de sus reportajes para Life no correspondían a su estilo anterior. Quizá, como me dijo Paul de Kruif, Hemingway sufrió una serie de ataques, lo que explicaría el cambio.

Pero aparte de todo esto, Hemingway ha tenido el efecto más profundo sobre la escritura que yo haya nunca visto. No tiene el menor vestigio de humor; la suya es una vida extraña. Siempre intentó probar algo, y uno sólo trata de demostrar lo que no tiene por seguro. Fue el niño mimado de los críticos porque jamás cambió de estilo, tema o historia. No hizo experimentos con su pensamiento o con las emociones. Un poco como Capa [Robert Capa, famoso fotógrafo de Life], se creó una autoimagen ideal y después trató de vivir de acuerdo con ella. Nunca le conocí bien, lo encontré muy pocas veces y siempre fue muy amable y ameno conmigo, aunque me han dicho que hablaba bastante descortésmente de mis esfuerzos en privado. Además, consideraba a los demás escritores vivos no como contemporáneos, sino como antagonistas. Se preocupaba de su inmortalidad como si no estuviese seguro de ella. Y no cabe duda de que la tiene.

Hay algo que me interesa mucho; durante muchos años estuvo hablando de un gran libro que estaba escribiendo y, después de varios libros que ya había escrito y que guardaba para una futura publicación. Nunca he creído en la existencia de tales libros y me sorprendería mucho que existiesen. El primer impulso que siente un escritor es dárselo a leer a alguien. Claro que puedo equivocarme y ser él una excepción. Para el Daily Express de Londres, tengo dos líneas de un escritor superior a nosotros dos. Son así:

"Fue un hombre, tómalo en su totalidad;
jamás veré otro similar".

Y apuesto que al autor le llamaban Papa, las líneas tienen doble aplicación [De una carta a Pascal Covici, 1 de julio de 1961]


(John Steinbeck. Conversaciones con los escritores, The Paris Review )

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