jueves, 11 de octubre de 2012

Drama político


En el prólogo de Schiller a su Fiesco se lee: “Si es verdad que sólo el sentimiento despierta el sentimiento, a mi parecer el héroe político no tendría que ser sujeto de la escena en el mismo grado en que debe arrinconar al hombre para convertir en el héroe político. No estaba en mí infundir a mi fábula ese vivo ardor que domina en ella como puro producto del entusiasmo, pero lo que sí estaba en mí era desarrollar la fría y árida acción política desde el corazón humano y de esa manera recuperar sus lazos con el corazón humano –volver complejo al hombre a cuenta de la calculadora cabeza del político– y derivar de la intriga urdida situaciones a la medida de la humanidad. Mis relaciones con el mundo burgués me hicieron estar más familiarizado con corazón que con el gabinete, y acaso esa fragilidad política se haya convertido en una virtud poética.”... La peor manera de salvar el arte tras la extinción del sujeto es disecar a éste, y el único objeto hoy digno del arte, lo puro inhumano, escapa a él en su exceso e inhumanidad.


(Minima Moralia, T. W. Adorno)

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