miércoles, 29 de febrero de 2012

notas sobre "Las confesiones del viejo"

Las confesiones del viejo

... Valentino creyendo, como burócrata que era, que en este mundo se pueden dar pruebas de todo y que cuando una cuenta ha salido exacta ya no hay más que hablar, estuvo realmente demasiado agresivo. Dijo que en este mundo cada uno debía saber sacrificarse por el propio futuro, por la propia dignidad y por la propia familia. Era así, y no tenía vuelta de hoja.


Verdaderamente el marco era como una glosa. Yo creo que cualquier cosa rodeada de marco adquiere un valor distinto. Una cosa hay que aislarla para que se haga esa cosa sola. Si no, queda ensombrecida por la evidencia mayor de las otras de su vecindad. Así que el cuadro de Alfio se convirtió para mí en algo. Lo miré primero con ira, luego con indulgencia, empezando a entender lo que había querido hacer Alfio, y al final con admiración, descubriendo de pronto que, desde luego, había hecho algo.


-Pero si no casas –protestó él riendo-, casas verdaderas, y basta con mirarlas para intuirlas. Saber mirar. Tienes que pensar que la luz no siempre revela, sino que a veces esconde, ofusca. Mira esa casa de la que tú dices que no existe ni la más leve señal marrón que aluda a la existencia de una ventana.


(Las confesiones del viejo, Italo Svevo)

martes, 28 de febrero de 2012

notas sobre "La trama celeste"

La trama celeste

–No admitas inyecciones. Nada de inyecciones. No te envenenes la sangre. Toma un Depuratum 6 y después un Arnica 10.000. Sos un caso típico de Arnica. No lo olvides: dosis infinitesimales.


Dogmático y discriminativo, habló de mujeres en general. Fue desagradable. Dijo que había un tipo de mujer, y hasta una mujer determinada y única, para el animal que hay en el centro de cada hombre; y agregó algo en el sentido de que era un infortunio encontrarla, porque el hombre siente lo decisiva que es para su destino y la trata con temor y con torpeza, preparándose un futuro de ansiedad y de monótona frustración. Afirmó que, para el hombre “como es debido”, entre las demás mujeres no habría diferencias notables, ni peligros. Le pregunté si la enfermera correspondía a su tipo. Me respondió que no, y aclaró: “Es una mujer plácida y maternal, pero bastante linda”.


“Habría infinitos mundos idénticos, infinitos mundos ligeramente variados, infinitos mundos diferentes. Lo que ahora escribo en este calabozo del fuerte del Toro, lo he escrito y lo escribiré durante la eternidad, en una mesa, en un papel, en un calabozo, enteramente parecidos. En infinitos mundos mi situación será la misma, pero tal vez la causa de mi encierro gradualmente pierda su nobleza, hasta ser sórdida, y quizá mis líneas tengan, en otros mundos, la innegable superioridad de un adjetivo feliz”


Alegar a Blanqui, para encarecer la teoría de la pluralidad de los mundos, fue, tal vez, un mérito de Servian; yo, más limitado, hubiera propuesto la autoridad de un clásico; por ejemplo: “según Demócrito, hay una infinidad de mundos, entre los cuales algunos son, no tan sólo parecidos, sino perfectamente iguales” (Cicerón, Primeras Académicas, II, XVII); o:
“Henos aquí, en Bauli, cerca de Pozzuoli, ¿piensas tú que ahora, en un número infinito de lugares exactamente iguales, habrá reuniones de personas con nuestros mismos nombres, revestidas de los mimos honores, que hayan pasado por las mismas circunstancias, y en ingenio, en edad, en aspecto, idénticas a nosotros, discutiendo este mismo tema? (id., id., II, XL.)”
Finalmente, para lectores acostumbrados a la antigua noción de mundos planetarios y esféricos, los viajes entre Buenos Aires de distintos mundos parecerán increíbles. Se preguntarán por qué los viajeros llegan siempre a Buenos Aires y no a otras regiones, a los mares o a los desiertos. La única respuesta que puedo ofrecer a una cuestión tan ajena a mi incumbencia, es que tal vez estos mundo sean como haces de espacios y de tiempos paralelos.


(La trama celeste, Adolfo Bioy Casares)

lunes, 27 de febrero de 2012

Café

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Cars

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notas sobre "La caja de Pandora"

La caja de Pandora
Prefacio

... y sin embargo, ha estado siempre en la esencia de nuestro desarrollo espiritual que alguien que da un paso decisivo hacia delante en algún ámbito espiritual sea llevado a los tribunales acusado de atentar precisamente contra ese ámbito. Un médico que confiado en su investigación realiza una extirpación nunca ensayada es expone de antemano y con total conciencia al peligro de ser acusado de lesión corporal u homicidio por negligencia. La experiencia nos enseña, en efecto, que en sus consecuencias extremas se tocan los ámbitos que en sus formas normales se oponen diametralmente el remedio y el veneno se diferencian sólo por el modo de su aplicación. Los contemporáneos rara vez diferencian de manera fiable lo sublime de lo ridículo. Lo verdaderamente sublime ha sido concebido en sus comienzos casi siempre como algo ridículo, y cuántas conductas que habían sido percibidas por todos sus participantes como algo sublime se han convertido de pronto en la mayor ridiculez. “summum jus” y “summa injuria” son conceptos que coincidirán hasta el fin de los tiempos.


El libro


Alwa.- Si en este momento no precisara de toda mi tensión espiritual para “El Dominador del Mundo”, me gustaría probar este asunto para ver si es viable. Esa es la maldición que pesa sobre nuestra literatura más reciente, somos demasiado literarios. Sólo conocemos las cuestiones y problemas que surgen entre escritores y gente culta. Nuestro horizonte no va más allá de los límites de nuestros intereses corporativos. Para volver a las huellas de un arte grande y poderoso tendríamos que movernos lo más posible entre gente que no hubiera leído un libro en su vida, en la que los instintos animales más simples fueran los determinantes de su conducta. En mí “Espíritu de la Tierra” he tratado ya de trabajar según ese principio con todas mis energías.


Alwa.- Alguien como él podría servirme de modelo de mi “Dominador del Mundo”. Hace veinte años que la literatura no hace más que producir semihombres; hombres que no pueden engendrar hijos y mujeres que no los pueden parir. Eso es lo que se llama “problema moderno”.


Rodrigo.-... Desde sus veinte años se ha casado tres veces y ha satisfecho a una cantidad colosal de amantes; finalmente también aparecen las necesidades del corazón. Pero el objeto de su interés debe de tener escritos en la frente los siete pecados capitales, si no ella no lo adora. (...) Con su disposición práctica a la mujer no le cuesta mantener a su marido ni la mitad de esfuerzo que al contrario. Con tal que el hombre le proporcione un interés espiritual y no deje que desaparezca el sentido familiar.


Alwa.- He aprendido a dominar la humanidad y a llevarla de la rienda como una cuadriga domada..., pero no puedo sacar a esa joven de la cabeza. Con ese estudiante podría dar clases privadas de desprecio del mundo.


Schigolch.-... Esta no entiende nada. No puede vivir del amor porque su vida es el amor.


Geschwitz.-... Los seres humanos no se conocen, no saben lo que son. Sólo quien no es un ser humano los conoce. Cada palabra que dicen es falsa, es una mentira. Pero no lo saben, porque hoy son de un modo, mañana de otro; dependen de si han comido, bebido y amado. Sólo el cuerpo sigue siendo durante algún tiempo lo que es, y sólo los niños poseen la razón. Los mayores son como los animales; ninguno sabe lo que hace. Cuando son felices gimen y se quejan, y en la miseria se alegran por cada pequeño bocado. Es extraño cómo el hombre les quita a los hombres la fuerza de ser infelices. Pero una vez que se han saciado hacen que el mundo se convierta en una cámara de tortura y desprecian su vida para satisfacer un capricho. ¿Habrá existido algún ser humano que haya sido feliz por el amor? ¿Es su felicidad otra cosa que poder dormir mejor y olvidarlo todo? ¡Oh Dios!, te agradezco que no me hayas hecho como ellos. Yo no soy un ser humano, mi cuerpo no tiene nada en común con el cuerpo humano. Tengo en cambio un alma humana los hombres torturados tienen un corazón pequeño y estrecho; yo sé, sin embargo, que no es mérito mío si lo entrega todo, lo sacrifica todo...


(La Caja de Pandora, Frank Wedekind)

green


notas sobre "Una burla bien lograda"


Una burla bien lograda

Mario escribía poquísimo y antes, durante mucho tiempo, de escritor no tuvo más que la pluma y el papel siempre en blanco preparados sobre su mesa de trabajo. Fueron aquellos, sin embargo, sus años más felices, llenos de sueños y libres de cualquier dura experiencia, una segunda infancia preferible incluso a la madurez del escritor más formado que sabe volcarse sobre el papel, al que la palabra ayuda más que impide, y permanece después como una cáscará vacía que se cree aún fruto sabroso.


… ¡Cuesta tan poco huir cuando se tiene alas! Y su vuelo es seguro.


… Los verdaderos ladrones nunca comen en el lugar donde han robado y nunca discuten allí mismo entre ellos porque saben que sería peligroso. Las contiendas por las migas se inician en el sitio en el que se reúnen después de la fuga.


Un señor muy rico amaba tanto a los pájaros que les dedicó una finca muy extensa en la que prohibió terminantemente molestarlos o asustarlos. Construyó para ello buenos refugios abrigados para el largo invierno, provistos de abundante alimento. Después de algún tiempo anidaron en la finca una gran cantidad de aves rapaces, gatos y hasta enormes roedores que atacaron a los pajaritos. El rico señor lloró, pero no sanó de la bondad, que es una enfermedad incurable, y él, que quería alimentar a los pajaritos, no supo negar el alimento a los halconcillos y el resto de aquellos animales.
Y este escarnio de la bondad humana, fue ideado también por aquel Mario rubicundo y sonriente. Gritaba que la bondad humana no consigue más que aumentar la vida sobre un determinado lugar donde pronto corre la sangre en abundancia. Y pareceía feliz.


… Sin embargo, aquellos gritos y sonidos eran, en realidad, la sincera expresión de su espíritu torturado. Puede pensarse que esto confirma la perfecta teoría del sueño según la cual durante el descanso existe siempre la felicidad del sueño que alberga un deseo satisfecho, pero ¿no se podría pensar también que el verdadero sueño del poeta es aquél que vive cuando está despierto, y que por ello Mario tenía razón en reír de día y llorar de noche?


… Es una pena que Mario no supiese apreciar aquel éxito que de otro modo le hubiese hecho tanto bien. Aceptaba y comía de buena gana los alimentos, pero le parecía que la generosidad del campesino se debía a su ignorancia y que el éxito con los ignorantes muy a menudo se llama fraude. Por eso sentía un gran pesar en el corazón y para defender su buen humor y su apetito recurrió a la fábula: Ofrecieron a un pajarillo trozos de pan demasiados grandes para su pequeño pico. Con insignificantes resultados el pajarito se encarnizó durante varios días con la presa. Aún fue peor cuando el pan se endureció porque entonces el pájaro tuvo directamente que renunciar al consuelo ofrecido. Se fue volando y pensó: la ignorancia del benefactor es la desgracia del beneficiado.


-Quería saber sí, manteniéndome vivo, estafo a la vida o a la muerte.
Él no era escritor pero se ve que repitiendo cada día los mísmos actos, acaba uno por exprimir todo el sentido que de ello puede brotar. Por eso al hombre común nunca se le recomienda lo suficiente la vida ordenada.


… Pero el lector apresurado de los escritores ni siquiera murmura las frases y pasa de una palabra a otra como un peatón sobre una calle llana.


Mario, feliz, comenzó otra vez desde el principio, seguro de no aburrirse. La propia prosa es siempre la más adaptable al propio órgano vocal. Se comprende: una parte del cuerpo expresa a la otra.


Tan buenos trabajos hechos en colaboración crearon entre los dos una agradable confianza. Cada uno reconocía los méritos del otro. Y más aún, ninguno de los dos envidiaba la superioridad del amigo. Para Brauer era una terrible tragedia la de haber nacido escritor, y los que padecían sin culpa un infortunio semejante tenían derecho a la protección de los compañeros más afortunados. Y para Mario, por otra parte la capacidad comercial era justamente aquello que nunca había ambicionado. Lo único que a Mario no acababa de parecerle bien es que Brauer tuviera un sueldo más alto que el suyo. Y esta injusticia sirvió también para crear una fábula. O sea que el propio Brauer se convirtió en un gorrión acompañado por Mario en su metamorfosis. A los dos gorriones, naturalmente, se les ofrecía pan, porque al fin y al cabo existen para que la bondad humana pueda manifestarse por un buen precio. Brauer volaba hacia el alimenteo por el camino más recto y más bajo. Mario volaba más alto y por eso llegaba mas tarde. Pero ayunaba de buena gana pues lo consolaba la belleza de la vista de la que había gozado durante su alto vuelo.


… Mario, un poco injustamente, no le perdonaba una transformación tan radical, y pensaba: cuando se ve un gorrión enjaulado se siente por él compasión pero también ira. Si se ha dejado coger quiere decir que un poco ya pertenecía a la jaula, y si después la ha soportado demuestra claramente que no merecía otro destino.


… Porque es un delito contra el propio organismo y va seguido de inmediato (especialmente a partir de cierta edad), del más fuerte de los remordimientos. Y en comparación con éste, el que sufrió Orestes después de haber matado a su propia madre, fue muy leve. Al remordimiento va siempre unido el deseo de mitigarlo, explicando y excusando el elito que lo provocó, y afirmando incluso que es destino del ser humano cometerlo. Pero ¿cómo habría podido Gaia afirmar de buena fe que a la orgía se entregaban todos aquellos que podian, teniendo siempre presente el ejemplo de Mario?


… De hecho, era increíble que no le hubiese sucedido antes. Toda la historia de la literatura estaba llena de hombres célebres que no lo fueron tan sólo por nacer. En algún momento los había descubierto un crítico verdaderamente influyente (barba blanca, ancha frente y ojos penetrantes) o bien un hombre de negocios agudo, una especie de Gaia pero más importante, exceptuando a los hombres como Brauer, demasiado inclinado a su ritmo de trabajo, por lo que no podía personificar a un gran hombre de negocios, y entonces saltaba a la fama. Para que la fama llegue, sin embargo, no basta con que el escritor la merezca. Es necesaria la intervención de una u otra personalidad influyente que determine lo que van a leer los que compran los libros.


… En realidad, él no creía que pudiese cambiar su posición en un lugar donde el trabajo era tan sencillo, pero los hombres de letras gozan con poder tan sólo decir algunas frases. Es un premio que se valora más de lo que en realidad merece.

A un escritor le basta un solo gesto para formar con él un personaje, sacando de su fantasía cuanto necesite para completarlo. Lo crea pero no cree en él. Llega a amarlo, especialmente si puede considerarlo como una obra propia, que, no obstante, se mueva con naturalidad sobre la tierra y reciba cada día la luz del sol. Y si tal personaje ya existía, el escritor ni siquiera advierte esa circunstancia porque ello no tiene ninguna trascendencia para él.


… El dinero no tenía importancia. Lo que lo acongojaba era el haber perdido irremisiblemente la razón de su vida. Ya nunca más le sería concedido volver al estado en el que había vivido siempre. Alimentandose de las acostumbradas miserias condimentadas de aquel alto sueño que dibujaba la sonrisa de sus labios.


… Las personas, todas tiene un destino en este mundo pero, cuando a alguien lo marca una burla su vida se hace más dura a cada encuentro y a cada mirada, ya nunca podría desprenderse de aquella señal tan terrible. Ni siquiera había podido olvidar a una mujer que de joven se había burlado de él rechazándolo; aún hoy cuando lo veía no podía evitar su maliciosa sonrisa. Con la ecuanimidad del escritor, Mario recordó que también él, para otros, era como un reproche continuo, y con vida, porque en la ciudad había quien se turbaba tan sólo con verlo. Bueno como era, intento suavizar aquellas relaciones pero no lo logró, dado que tales situaciones no se destruyen sino que más bien se agravan con las palabras.


Se sentía mejor, mucho mejor. Si bien es verdad que las victorias del espíritu son muy reconfortantes, no deben despreciarse los triunfos conseguidos por la fuerza de los músculos, que son también muy saludables. El corazón alcanza una nueva confianza en su latido y así se regula y se refuerza.


-Es más fácil entender la vida de los gorriones que la nuestra. ¿Considerarán los gorriones nuestra vida como algo tan simple que pueda resumirse en fábulas?


… A veces le parecía incluso que lo había obtenido –premio preciadísimo- por su obra literaria. Pero su inteligencia, acostumbrada a concentrarse en cosas concretas, no se dejaba engañar tanto como hubiesesido necesario para su felicidad
Lo prueba la fábula siguiente, con la que Mario intentaba ennoblecer el propio dinero: la golondrina dijo al gorrión:
-Eres un animal despreciable, porque te alimentas con las porquerías que encuentras por ahí.
El gorrión respondió:
-Los desprecios que alimentan mi vuelo, se elevan conmigo.
Después, para mejor defender al gorrión con el que se identificaba, Mario le concedió aún otra respuesta:
-Es un privilegio saber nutrirse también de sobras. Tú, que no lo tienes, estás destinada a la eterna huída.
La fábula no quería acabarse porque mucho tiempo después, con otra tinta, Mario hizo hablar otra vez al gorrión:
-Comes volando, porque no sabes caminar.
Mario se incluía modestamente entre los animales que caminan, animales muy útiles que pueden, en realidad, desdeñar a los que vuelan, pues a éstos el placer de volar les anula cualquier deseo de progreso.
Y aún no estaba acabada. Parece como si hubiese pensado en aquella fábula cada vez que sentía la comodidad de disponer de tanto dinero. Un día se enfadó con la pequeña golondrina, que sin embargo no había abierto el pico más que una sola vez:
-¿Te atreves a despreciar a un animal porque no está hecho como tú?
Esto pensaba el gorrioncito para sus adentros. Pero es que si los animlaes estuvieran obligados a vigilar su propia conducta y a no imponer sus preferencias e incluso su cuerpo a los demás, no había más fábulas en el mudno; y está claro que Mario nunca lo hubiera deseado así.


(Una burla bien lograda, Italo Svevo)

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