miércoles, 30 de abril de 2014

El malogrado

Si el entorno en que se estudia nos es hostil, estudiamos mejor que en un entorno acogedor, y el que estudia hará bien en elegir para sus estudios un lugar que le sea hostil, no uno que le sea acogedor, porque el lugar acogedor le quitará una gran parte de su concentración en el estudio, y en cambio el lugar hostil le permitirá estudiar al ciento por ciento, porque "tendrá" que concentrarse en ese estudio para no desesperar.

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Somos de lo más despiadado (¡con él!) en lo que a declaraciones se refiere, a sus notas, pensé, si no tenemos ya notas, porque el, "prudentemente", las ha aniquilado, acudimos a sus declaraciones para aniquilarlo, pensé. Explotamos su legado para aniquilar aún más lo que nos ha legado, para matar aún más al muerto y, si no nos deja el legado correspondiente para su aniquilación, inventamos un legado así, inventamos, sencillamente declaraciones contra él, etc., pensé.

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Si no bebemos, nos morimos de sed, si no comemos, nos morimos de hambre, de esa sabiduría parten todos esos aforismos, a no ser que sean de Novalis, pero también Novalis dijo muchos disparates, según él, pensé.

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La amistad, pensé, en definitiva, como muestra la experiencia, sólo son posibles a la larga cuando se construyen sobre unso antecedentes armónicos de los interesados, pensé, todo lo demás es un sofisma.

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para ir a Portugal, donde tenía parientes en Sintra, en la más hermosa de las comarcas portuguesas, donde los eucaliptos alcanzan los treinta metros y puede respirarse el aire más puro.

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No podemos atar a ningún ser a nosotros, dije yo, si ese ser no quire, tenemos que dejarlo en paz.




(El malogrado, Thomas Bernhard)

miércoles, 9 de abril de 2014

Una letra femenina azul pálido

Pesadas como reproches, las nudosas manos del viejo reposaban sobre sus muslos enflaquecidos. Nunca había visto Leónidas un sueño como el de aquel vecino.

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Sólo a través de un hijo queda el ser humano irremediablemente imbricado en el mundo, en la despiadada cadena de las causas y los efectos. Todos sabemos responder por lo que hacemos. No damos solamente la vida, sino también la muerte, la mentira, el dolor, la culpa. ¡Sobre todo la culpa! Que yo reconozca o no ser el padre de ese joven no altera en absoluto la realidad objetiva. Puedo esquivarlo, pero no escapar de él.

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Siempre aflora a la superficie ese viejo y repugnante sentimentalísmo que llevo dentro.

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Durante la noche, propicia a la comunicación, germina lo que se ha sembrado de día, el tierno retoño de la intriga. De ahí que ni un político bien situado pueda renunciar a la noche, un elemento gitanesco, pero productivo. Puede que hoy aún esté desempeñando el papel de ministro, pero mañana quizás logre hacerse con todo el poder del Estado si ha sabido captar e interpretar como es debido los signos de la época y no se ha comprometido incautamente con nadie.

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Las mujeres que aman poseen un sexto  sentido. Están provistas de un olfato certero como el de los animales de caza contra el enemigo. Su clarividencia detecta las culpas masculinas. Amelie lo había adivinado todo, aunque exagerándolo, distorsionándolo e interpretándolo mal, según su costumbre.



(Una letra femenina azul pálido, Franz Werfel)