miércoles, 11 de julio de 2012

Pseudómenos





El poder magnético que sobre los hombres ejercen las ideologías, aun conociendo ya sus entresijos, se explica, más allá de toda psicología, por el derrumbe objetivamente determinado de la evidencia lógica como tal.  Se ha llegado al punto en que la mentira suena como verdad, y la verdad como mentira. Cada pronunciamiento, cada noticia, cada pensamiento están preformados por los centro de la industria cultural… En el mundo ilustrado toda atrocidad necesariamente se convierte en una invención. Pues el falseamiento de la verdad tiene un núcleo al que el inconsciente reacciona con ansiedad. Este no anhela simplemente el horror. El fascismo es de hecho tanto menos “ideológico” cuanto más directamente proclama el principio del dominio, que en otros lugares se mantiene oculto… la mentira tiene las piernas largas: se adelantan al tiempo. La transposición de todas las cuestiones acerca de la verdad a cuestiones del poder, al que la propia verdad no puede sustraerse si no quiere ser aniquilada por el poder, no ya reprime, como en los antiguos despotismos, sino que se apodera sin resto de la disyunción entre lo verdadero y lo falso, a cuya eliminación cooperan activamente los mercenarios de la lógica. Hitler, del que nadie puede decir si murió, está aún vivo.


(Minima Moralia, T. W. Adorno) 

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