miércoles, 3 de octubre de 2007

pasos en la oscuridad

No podía dejar de pensar en ella; no era tan sólo su belleza, acento europeo, nombre sin accidentes o repeticiones por estas tierras, sino algo más. Le había costado trabajo adaptarse a México, y ello le parecía de lo más confuso, ya que en Caracas no ocurrió lo mismo; por Venezuela necesitó tan sólo de un mes y en la Ciudad 2235m fueron años. Y de pronto dijo las palabras mágicas: "Cuando llegué a Caracas no tenía espectativas de lo que iba a ocurrir, en cambio en México me imaginé cosas".
Al escuchar eso, recordé mis días en Portugal, los cuales fueron fantásticos; no obstante, al saltar a Madrid, creí que todo sería más sencillo que con los lusitanos (idioma, ciudad, españa-méxico, etc.) pero no ocurrió así. Los primeros días en Madrid fueron muy, pero muy duros, y pienso que fue por las espectativas que forjé.
Cada sitio guarda un ritmo, cada persona es una armonía que ha de conocer para que los acordes se acompleten. Todo ello es como dar pasos en la oscuridad.
Me levanté de mi mesa y la invité a salir. Sorpendida por todo ello, tan sólo me observó por unos momentos con esos ojos invisibles... le gustó mi nombre, le recordaba a su tierra; nos dijimos adios, y los acordes de una ciudad y dos personas comenzaron a sonar en la oscuridad.

1 comentario:

jAz dijo...

Hermoso!!!

Me recordaste cierta tarde lluviosa en un café de Polanco ;)