martes, 10 de junio de 2014

Una soledad demasiado ruidosa

Por eso todos los inquisidores del mundo quemaban los libros en vano, porque cuando un libro comunica algo válido, su ritmo silencioso persiste incluso mientras lo devoran las llamas, y el verdadero libro siempre indica algún camino nuevo que conduce más allá de sí mismo.

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tiemblo y me quedo boquiabierto cuando Hegel me enseña que la única cosa aterradora es lo fosilizado, rígido y moribundo y, en cambio, la única cosa satisfactoria es cuando un individuo o, mejor dicho, toda la sociedad, consigue rejuvenecerse en la lucha, conquistar su derecho a una nueva vida.

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El cielo no es humano y el hombre que piensa tampoco lo es, no puede serlo de ninguna manera.

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aunque todo el mundo sabe que las vacas prefieren morir de sed antes que tragar un solo sorbo de leche.

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Acerqué mis manos a los ojos para contemplarlas, esas manos mías con los dedos rasposos y nudosos como un cepo, manos sucias, manos humanas, las examiné minuciosamente y después las aparté con desprecio; se quedaron baboleándose, suspendidas de los brazos y los hombros.




(Una soledad demasiado ruidosa, Bohumil Hrabal)

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