miércoles, 17 de diciembre de 2008

eternidad

-No, querido. No lo creo, no encuentro posibilidad de creerlo. Debo confesar que tengo mis dudas. Hay en mí algo como un presentimiento de que no moriré nunca. ¡Veamos, me digo a mí mismo algunas veces, vejanzón, ya es hora de que te mueras! Y en mi alma grita una vocecilla: “No lo creas, no morirás”

(La Sala Número 6. Antón Chejov)

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