jueves, 15 de agosto de 2013

Exhibicionista



Los artistas no subliman nada. Que no satisfacen sus deseos ni tampoco los reprimen, sino que los transforman en productos socialmente deseables –sus creaciones-, es una ilusión de psicoanálisis; además las legítimas obras de arte son hoy, sin excepción, socialmente indeseables. Los artistas más bien muestran instintos arrolladores, calificadamente neuróticos, intermitentes y al mismo tiempo en colisión con la realidad. Hasta el sueño burgués de convertirse en actor o violinista como una síntesis de manojo de nervios y rompecorazones es más convincente que la no menos burguesa economía del instinto, por la cual los afortunados de la renuncia se resarcen con las sinfonías o las novelas. Los artistas son más bien la representación del desenfreno histéricamente exagerado que sobrepasa todas las angustias imaginables; es el narcisismo llevado a los límites de la paranoia... El arte es tan antiartístico como los artistas.

(Minima Moralia, T. W. Adorno)

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