lunes, 23 de febrero de 2015

La mujer adúltera


Después hubo cerdo en el menú. «El Corán lo prohíbe. Pero el Corán no sabía que el cerdo bien cocido no transmite enfermedades. Nosotros sabemos cocinar. ¿En qué piensas? » Janine no pensaba en nada, o quizás pensaba en aquella victoria de los cocineros sobre los profetas.

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Algunos hombres caminaban sin tregua, desde siempre, por aquella tierra seca, roída hasta el hueso, por aquel país desmesurado, sin poseer nada pero sin servir a nadie, señores miserables y libres de un  extraño reino.

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¿Pero quién es capaz de dormir siempre solo? Algunos hombres lo hacen, aquellos a quienes la vocación o la desgracia han separado de los demás y que se acuestan todas las noches en el mismo lecho de muerte.



(La mujer adúltera, Albert Camus)

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