miércoles, 26 de marzo de 2008

el escrito de la semana

No sabía leer ni escribir, no obstante, conocía el libro de la sabiduría que los seres primigenios le obsequiaron para que hiciera buen uso del mismo. María Sabina, la sabia de los hongos, dejó un legado de una historia anterior al México de hoy, los hongos, los “angelitos” como los llamaba, nacen en cualquier sitio para las personas preparadas. Conozcamos un poco de ella, de su busqueda solitaria para con lo sagrado… como la de cada uno de nosotros.

Saludos.



María Sabina

“Vinieron muchos extranjeros a buscar a Dios. Unos dicen que vienen a curarse… Dicen que tienen azúcar en la sangre. No conozco esa enfermedad. Sólo sé que el espíritu es quien enferma. Y el espíritu es quien enriquece; las personas que han alcanzado la fortuna es porque sus espíritus han viajado al reino espiritual de la riqueza.

“Un sabio como yo no debe cobrar por sus servicios, no debe lucrar con su sabiduría. Quien cobra es un mentiroso. El sabio nace para curar, no para hacer negocio con su saber… con las cositas no se debe negociar”.

“Creo que nuestra voluntad por vivir era muy grande, más grande que la voluntad de muchos hombres. La voluntad de vivir nos mantenía luchando día con día, para, finalmente, conseguir un bocado que aliviara el hambre que María Ana y yo sentíamos.”

La velada en que curé a mi hermana María Ana, la hice como los antiguos mazatecos. Usé velas de cera pura; flores, azucenas y gladiolas… En un brasero quemé copal y con el humo sahumé los niños santos que tenía en las manos. Antes de comérmelos les hablé, les pedí de por favor que nos bendijera, que nos enseñara el camino, la verdad, la curación; que nos diera el poder de rastrear las huellas del mal para acabar con él. Le di a mi hermana tres pares de hongos mientras yo comía más de treinta para tener poder inmenso y así cuararla. Estuve sobando suavemente a mi hermana, aun cuando sobrevino una hemorragia, pero no tuve miedo, ya que mi fe estaba puesta en los hongos, sabía que los angelitos curarían a mi hermana atravez de mí. Una vez que mi hermana se durmió, aparecieron ante mí Los Seres Principales, se encontraban en la mesa, revisando libros; supe que no se trataban de seres de agua y tortilla; en la mesa apareció un libro abierto que resplandecía, en ese momento Los Seres Principales me hablaron:

“María Sabina, éste es el Libro de la Sabiduría. Todo lo que en Él hay escrito es para ti. El Libro es tuyo, tómalo para que trabajes”.

Después de eso desaparecieron, y empecé a hablar, a leer el Libro Sagrado del Lenguaje… Yo había alcanzado la perfección, ya no era una simple aprendiz. Por eso, como un premio, como un nombramiento, se me había otorgado el Libro.

Soy mujer que mira hacia adentro

Soy mujer luz del día

Soy mujer luna

Soy mujer estrella de la mañana

Soy mujer estrella dios

Soy la mujer constelación guarache

Soy la mujer constelación bastón

Porque podemos subir al cielo

Porque soy la mujer pura

Soy la mujer del bien

porque puedo entrar y salir del reino de la muerte.

Soy una mujer sin sangre

El pájaro me roba la sangre

El libro abierto me roba la sangre

El agua me roba la sangre

El aire me roba la sangre

La flor me roba la sangre

Me conocen los santos del cielo y los ángeles

Dios me conoce

El corazón de la Santísima Madre de Cristo

El corazón de Nuestro Señor Jesucristo.

Soy una mujer que llora

Soy una mujer que escupe

Soy una mujer que ya no da leche

Soy una mujer que habla

Soy una mujer que grita

Soy una mujer que da la vida

Soy una mujer que ya no pare

Soy una mujer que flota sobre las aguas

Soy una mujer que vuela por los aires.

Soy una mujer que ve en la tiniebla

Soy una mujer que palpa la gota de rocío posada sobre la yerba

Soy una mujer hecha de polvo y vino aguado

Soy una mujer que sueña mientras la atropella el hombre

Soy una mujer que siempre vuelve a ser atropellada

Soy una mujer que no tiene fuerza para levantar una aguja

Soy una mujer condenada a muerte

Soy una mujer de inclinaciones sencillas

Soy una mujer que cría víboras y gorriones en el escote

Soy una mujer que cría salamandras y helechos en el sobaco

Soy una mujer que cría musgo en el pecho y en el vientre

Soy una mujer a la que nadie besó jamás con entusiasmo

Soy una mujer que esconde pistolas y rifles en las arrugas de la nuca.

Soy mujer que hace tronar

Soy mujer que hace soñar

Soy mujer araría, mujer chuparrosa

Soy mujer águila, mujer águila dueña

Soy mujer que gira porque soy mujer remolino

Soy mujer de un lugar encantado, sagrado

Porque soy mujer aerolito.