jueves, 4 de abril de 2013

Sobre Picasso

Picasso era un hombre moreno, pequeño de estatura y cerrado en sí mismo. No tenía nada de ese buen humor espontáneo que hace tan fácil el trato con los españoles. Era sardónico, cínico a la manea especial de los campesinos españoles (el cinismo de Sancho Panza). A mí me parecía impenetrable incluso cuando reía o descansaba. Era fundamentalmente el maestro albañil, el maestro cantero, el artesano. Era la encarnación de la destreza. Pero le faltaba humanidad. Los griegos le hubieran llamado deinos como hicieron con Ulises. No era posible acercarse a él o a su trabajo -el hombre y el trabajo eran inseparables- sin una profunda admiración hacia la habilidad del codo, la sutileza de los dedos, la precisión de la mirada; si hubiera tenido el don de la compasión habría sido tan grande como Miguel Ángel.

(Años inolvidables, John Dos Passos)

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