jueves, 10 de abril de 2008

el escrito de la semana (andréiev)

Llevaba la mirada baja, meditando en sus asuntos y escritos cuando un grito a la distancia lo hizo detenerse; no alcanzaba a ver el rostro de quien lo llamaba, comentó el escritor, observando únicamente una mesa en el exterior bajo el invierno ruso, donde un grupo de mujeres reían alegremente al tomar champagne. Solamente había un escritor tan excéntrico de hacer eso, y no se equivocaba, ya que se trataba de Leonid Andréiev, con su mirada transparente y distante, donde parecía intuir sobre su prematura muerte; aun así, Andréiev nos dejó grandes historias, como Los Siete Ahorcados.
Ciao
Leonid Andréiev
Los Siete Ahorcados
... y comprendió que allí mismo, en aquella habitación, estaba la causa de sus terrores, allí se hallaba el origen de su susto y de su agitación. ¡Y él, quieto allí, en aquel rincón, no se marchaba, no podía marcharse!
... La vida sería imposible si se conociese con exactitud la hora de la muerte.
... y pensó que el mejor don que puede alcanzar un hombre anciano y achacoso es la ignorancia.
Es que siempre, en el supremo instante, puede ocurrir algo, puede presentarse alguna circunstancia imprevista.
... En cambio, a las preguntas sobre su pasado sólo había respondido, enseñando los dientes, con esta frase:
-Buscad el viento en el campo.
... y al mirar el suelo cubierto de saliva, dijo malhumorado:
-¡Cómo has ensuciado esto!
El gitano le replicó con rapidez:
-Tú, en cambio, cara de perro, has ensuciado toda la tierra y no te digo nada.
Ya no era aquello un torrente, sino una caída sin fin desde una montaña también sin fin.
... Su cerebro humano colocado en la divisoria entre la vida y la muerte se descomponía y desmenuzaba como una partícula seca de barro al soplo del viento.
Incapaces de fundir sus almas ni por un instante, en un sentimiento común de amor para hacer frente al horror de la muerte que se acercaba.
Ahora sólo deseaba una cosa: explicar a las gentes, demostrarles que no era una heroína, que el morir no era una cosa extraordinaria y que no había que compadecerla ni preocuparse de ella.
... Pero si es cierto que el valor de una persona se aprecia no por lo que haya hecho, sino por lo que quiso hacer.
¿De qué inmortalidad y de que muerte hablarse, cuando ella misma se sentía ya muerta e inmortal, viva en la muerte, como viva se había sentido en la vida?
... porque el hilo de la vida, no se rompía para ella con la muerte, sino que seguía desarrollándose tranquila y regularmente.
... Ellos mismos han inventado la muerte, y ahora le temen y tratan de atemorizarnos, yo quisiera que sucediese así: salir sola al encuentro de un ejercito y empezar a disparar a los soldados con un revolver. No importa que sea sola y haya miles de soldados; no importa que no mate a nadie. Mejor aun que haya miles de soldados. Cuando miles matan a uno, ese uno vence esta es la verdad Verner.
-¡Que sé yo, Musia! Tal vez la muerte existe para algunos y no para otros; pero en tal caso, ya no podrá afirmarse que existe un absoluto.
... mi amor, inmenso cual el mar, no pueden encerrar las riberas de la vida.

1 comentario:

Princesa_DeAquelViejoReinoPerdido dijo...

Precioso regalo el de tus letras para los que tenemos el honor de perdernos en este para�so virtual.
Todos tus textos son sublimes, sinceros, vibrantes...
A pesar de todo parece que la gente no deja demasiadas rosas en el umbral. Te dejo un gui�o de hada;)
Sigue adelante, eres bueno.
Cu�date.