lunes, 9 de enero de 2012

El mundo real

Le embargaba el placer de la creación que se supone destinado a los dioses. Todo cuanto le rodeaba -el olor a verdura en mal estado y a jabón de lavar, la figura desaliñada de su hermana y el rostro burlón del señor Higginbotham- era un sueño. El mundo real estaba en su cabeza y las historias que escribía eran pequeños retazos de esa realidad

(Martin Eden, Jack London)

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