viernes, 17 de agosto de 2012

Breves disquisiciones


–porque necesariamente en todo espíritu se da un momento de vanidad–… La aversión al mismo se ha ido poco a poco convirtiendo en el más grave impedimento para la teoría: si uno se mantiene en ella, tiene que enmudecer, y si no, se vuelve tosco y vulgar por la confianza de la propia cultura. Incluso el aborrecible desdoblamiento del hablar en la conversación profesional y la estrictamente convencional hace sospechar la imposibilidad de decir lo que se piensa sin arrogancia y sin asesinar el tiempo del otro. La más urgente exigencia que como mínimo debe mantenerse para cualquier forma de exposición es la de no cerrar los ojos a tales experiencias, sino evidenciarlas por medio del tempo, la concisión, la densidad y hasta la descortesía misma. 


(Minima Moralia, T. W. Adorno)

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