miércoles, 29 de agosto de 2012

Palacio de Jano


En la cultura, lo humano, lo más inmediato, lo que representa su ser propio respecto al mundo, se ha vuelto extraño para los hombres... El kitsh es ese sistema de invariantes con que la mentira filosófica reviste a sus solemnes proyectos. Nada de él puede básicamente modificarse, pues la indisciplina total de la humanidad debe por fuerza convencer de que nada puede cambiarse... Pero además, la voluntad de los disponedores puede apoyarse en la voluntad universal. Su sociedad de masas no sólo tiene gangas para los clientes, sino que además ha creado a los clientes mismos. Estos se han vuelto hambrientos del cine, la radio y las revistas; lo que siempre les ha dejado insatisfechos del orden, que toma de ellos sin darles lo que les promete, sólo ha despertado en ellos el deseo de que el carcelero se acuerde de sus personas y les ofrezca piedras con su mano izquierda para calmar su hambre mientras con la derecha retiene el pan. Desde hace un cuarto de siglo, los viejos burgueses, que aún deben saber de otras situaciones, acuden sin reparos a la industria cultural, cuyo perfecto cálculo incluye a los corazones menesterosos. No tiene ningún motivo para indignarse con aquella juventud corrompida hasta la médula por el fascismo. Los privados de su subjetividad, los culturalmente desheredados, son los legítimos herederos de la cultura.


(Minima Moralia, T. W. Adorno) 

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