lunes, 27 de agosto de 2012

¡todo puede ocurrir!

El mundo escrito me inquietaba también; a veces, cansado de las dulces matanzas para niños, me dejaba hundir, descubría en la angustia unas posibilidades espantosas, un universo monstruoso que no era más que el revés de mi omnipotencia; me decía: "¡todo puede ocurrir!", y quería decir: "puedo imaginar todo". Tembloroso, siempre a punto de romper la hoja, contaba unas atrocidades sobrenaturales. Si a mi madre le ocurría que llegaba a leer por encima de mi hombro, lanzaba un grito de gloria y de alarma: "¡Qué imaginación!" se moría los labios, quería hablar, no encontraba qué decir y se iba bruscamente; su derrota me colmaba de angustia. Pero no se discutía la imaginación; yo no inventaba esos horrores, los encontraba, como lo demás, en mi memoria.

(Las palabras, Jean-Paul Sartre)

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