jueves, 23 de mayo de 2013

Princesa plebeya


La pobreza obliga a Lisei a contentarse con lo gastado –los “harapos”–, aunque le gustaría llevar otras cosas. Inconscientemente ha de desconfiar de todo lo que no se justifique prácticamente, viéndolo como un exceso... El carácter infantil, vertido en movimientos arbitrarios que dan al que vive en una penosa inestabilidad el aliento momentáneo para seguir viviendo, quiere representar la vida no deformada, la plenitud, y, sin embargo, relega a ésta al ámbito de la autoconservación, de cuyas necesidades aparenta estar libre... para el amor el brillo del alma es el de su ausencia. Así sólo parece humana la expresión de los ojos más próxima a la del animal, a la de las criaturas alejadas de la reflexión del yo. A la postre el alma es el anhelo de salvación de lo carente de alma.

(Minima Moralia, T. W. Adorno)

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