viernes, 1 de junio de 2012

Las florecillas todas




La frase de Jean Paul que los recuerdos son la única posesión que nadie nos puede arrebatar, pertenece al acervo de consuelos impotentemente sentimentales que pretende hacer creer al sujeto que la retirada llena de resignación a la interioridad supone para él una satisfacción que suele desperdiciar... El intérieur en que el alma guarda la colección de sus acontecimientos y curiosidades es algo caduco. Los recuerdos no se conservan en cajones o en abanicos, sino que en ellos lo pretérito se combina íntimamente con lo resiente. Nadie puede disponer con libertad o a capricho de aquello en cuyo elogio tanto abundan las frases de Jean Paul... La concepción de Bergson y Proust dirigida contra la cosificación, según la cual lo presente, la inmediatez, sólo se constituye por la memoria, por la acción recíproca del ahora y el antes, por lo mismo tiene no sólo un aspecto salvador, sino  también infernal... El más feliz recuerdo de una persona puede ser sustancialmente anulado por una experiencia posterior. Quien ha amado y traiciona ese amor, no sólo inflige un daño a la imagen de lo pasado, sino también a éste mismo... La desesperación no tiene la expresión de lo irrevocable porque la situación no puede llegar a mejorar, sino porque arrastra a su abismo al tiempo pasado. Por eso es necio y sentimental querer mantener al pasado limpio de la sucia marea del presente. El pasado no tiene otra esperanza que la de, abandonado al infortunio, resurgir de él transformado. Pero quien muere desesperado es que su vida entera ha sido útil.

(Minima Moralia, T. W. Adorno)

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