viernes, 4 de mayo de 2012

Asilo para desamparados


  Ya no es posible lo que se llama propiamente habitar. Las viviendas tradicionales en las que hemos crecido se han vuelto insoportables: en ellas, todo rasgo de bienestar se paga con la traición al conocimiento, y toda forma de recogimiento con la reñida comunidad de intereses de la familia… “Por fortuna para mí, no soy propietario de ninguna casa”, escribía ya Nietzsche en la Gaya ciencia. A lo que habría que añadir hoy: es un principio moral no hacer de uno mismo su propia casa… No cabe la vida justa en la vida falsa.


(Minima Moralia, T. W. Adorno)

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