lunes, 21 de mayo de 2012

notas sobre Sexo y Carácter


            Todo pensamiento arranca de conceptos generales y se desarrolla en dos direcciones: hacia conceptos cada vez más abstractos que engloban caracteres comunes en número creciente y que se difunden por territorios cada vez más amplios de la realidad, y hacía los puntos de convergencia de todas las líneas conceptuales, hacia la complejidad concreta aislada, hacia el individuo, que llegamos a representarnos mediante una serie interminable de determinaciones restrictivas y que definimos añadiendo infinito número de cualidades específicas diferentes al concepto general de “cosa” o “algo”.


... Discusiones y debates en los que con regularidad desesperante se coloca a “los hombres” y a “las mujeres” unos frente a otras, como si se tratara de esferas blancas y rojas, sin diferencia alguna entre las del mismo color. Jamás se ha intentado llevar la controversia al terreno individual... Tan sólo por necesidades prácticas establecemos fronteras precisas y extraemos diversas melodías del infinito concierto de la naturaleza.


            Hay que dejar establecido desde un principio que es falso pensar que sólo existen machos muy masculinos con escasos restos de feminidad, hembras muy femeninas con masculinidad extraordinariamente reducida, y entre ambos extremos las formas híbridas ya mencionadas.


... así también podemos imaginarnos, como tipo sexual un hombre ideal H y una mujer ideal M, que en realidad no existen. Estos tipos no sólo pueden sino que también deben ser construidos. El tipo, la idea platónica, no sólo es el “objeto del arte” sino también el objeto de la ciencia.


            El macho y la hembra son algo así como dos sustancias que se mezclan en diferentes proporciones, sin que el coeficiente de una de ellas llegue a ser nunca cero, y que se distribuyen en los individuos vivientes. Podría afirmarse que en la práctica no hay machos ni hembras, sino tan sólo seres varoniles o femeniles.


... Las cifras correspondientes al sexo femenino nunca comienzan allí donde terminan las del sexo masculino, sino que entre ellas se encuentra un espacio en el cual aparece representados hombres y mujeres. 


(Sexo y Carácter, Otto Weininger)

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